Consuelo. Bachelet, con una víctima del terremoto. :: AP
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Lágrimas negras en el adiós de Bachelet

La presidenta más popular en la historia de Chile cede el jueves su cargo entre dudas por la gestión del terremoto

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La coincidencia de un intenso terremoto seguido de un tsunami ha demolido en Chile las grandes expectativas de una transición en la jefatura del Estado que se preparaba como una fiesta. La presidenta, Michelle Bachelet, terminaba su mandato con una popularidad que ningún dirigente anterior había alcanzado en la historia democrática del país. Pero un último reto, el más grande y dramático, la ha sorprendido preparando las maletas.

«He estado muy consternada, muy dolida», admitió la presidenta con la voz quebrada tras sus primeras visitas a las zonas devastadas. «Chile no se merecía esto», lamentaba entre las ruinas que dejó el seísmo de 8,8 grados en la escala de Richter el sábado 27. Ella tampoco se lo merecía, como le dijo públicamente su colega brasileño, Luiz Inácio 'Lula' da Silva, cuando viajó al país para brindarle su respaldo. El cataclismo, que no se había repetido con esa intensidad desde 1960, llegó justo cuando a Michelle le faltaban 12 días para entregar el cargo a su sucesor, el derechista Sebastián Piñera. El empresario multimillonario deberá conformarse el jueves con un acto de toma de posesión austero y con una gestión que se verá alterada en sus prioridades.

Durante la campaña que derivó en el triunfo de Piñera, la presidenta, con un apoyo de más del 80% en las encuestas, insistía con una advertencia que buscaba mantenerla al margen de la disputa electoral: «Trabajaré hasta el último día para Chile», repetía. Nunca creyó que aquel latiguillo se tornaría tan real. Bachelet, una médico que parece nacida para ponerse al frente de las emergencias, no tiene descanso desde hace una semana organizando la asistencia a los damnificados y visitando las áreas dañadas. A pesar de que las réplicas no dan tregua, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, estuvó ayer en Chile recorriendo las zonas afectadas por el desastre. El representante de la ONU destacó el «liderazgo extraordinario» de la mandataria y su «gran compromiso» en la gestión de la catástrofe. La noche del viernes fueron junto a Piñera a un programa de televisión -'Chile ayuda a Chile'- que se propuso recaudar 22 millones de euros para construir 30.000 viviendas. «¡Fuerza chilenos! Vamos a salir adelante!», alentó Michelle. «Chile es un país que conoce el sufrimiento, pero que sabe superar la adversidad», aseguró. No es momento para nuevos sondeos, pero no pocos en Chile se preguntan si esta tragedia, que empañó su despedida, permitirá a la presidenta resaltar su temple y sensibilidad en la adversidad y consolidar su vínculo con el pueblo, o si será un golpe a su carisma que dejará al desnudo la fragilidad del país sudamericano.

Fallos con el maremoto

El terremoto mostró que Chile, que ingresó en la OCDE de la mano de Bachelet, es también un país con notorias carencias. Las imprecisiones de la Armada para advertir del riesgo de maremoto marcaron un primer fallo. También se conocieron las deudas pendientes en la inversión de equipos y recursos humanos para el monitoreo de los seísmos. Los edificios más altos que se desplomaron o quedaron heridos fueron una metáfora del nuevo Chile. Esas construcciones modernas que la clase media en ascenso logró adquirir con créditos no respetaron las normas antisísmicas impuestas después del temblor de 1960.