Irak intenta sacudirse la sombra del terror
El líder del Estado Islámico, una organización que deriva de Al Qaida, amenaza con hacer imposibles las elecciones Los comicios de hoy ponen a prueba la capacidad local para garantizar la seguridad sin EE UU
Actualizado:«¡Malditas elecciones, todo esto por su culpa!». Dafir Adnan retira los escombros de su piso. Dos cohetes dirigidos contra un colegio electoral en el barrio chií de Hurriya no acertaron con el blanco e impactaron contra dos viviendas matando a siete personas, hiriendo a veinte y destrozando casas y comercios. Fue el primer ataque de la insurgencia contra el proceso electoral en Bagdad, una ciudad blindada hoy por Ejército y Policía, donde se ha decretado el toque de queda. Tras la firma del acuerdo de salida de las tropas americanas, la seguridad es competencia iraquí y esta jornada será su gran prueba ante la comunidad internacional.
«Vamos a hacer imposibles las elecciones», amenazó Abu Omar al-Bagdad, líder del Estado Islámico, organización hermana de Al-Qaida, en un comunicado hecho público al final de una jornada de reflexión marcada por un nuevo atentado. Al menos cuatro peregrinos iraníes perdieron la vida tras la explosión de una bomba en las proximidades de la mezquita del Imán Alí en la ciudad santa de Nayaf, al sur de Bagdad. Son ya más de cuarenta los muertos a causa de la violencia en este proceso electoral iraquí. Muertos a causa de coches bomba, acciones de kamikazes y cohetes.
«Hay que mirar hacia adelante, votaremos para ver si el próximo gobierno al menos nos ayuda», asegura Alí mientras intenta rescatar algo entre los escombros de su tienda de recambios para coches. Algunas de las muchas familias afectadas duermen ahora en la calle y otras han tenido que pedir dinero prestado para pagar los funerales de sus seres queridos. Diecinueve millones de iraquíes están llamados a las urnas y tendrán que elegir entre más de seis mil candidatos que se han agrupado en alianzas. Los ciudadanos deberán elegir también entre obedecer el llamamiento a votar emitido por los clérigos suníes y chiíes, o quedarse en sus casas ante la amenaza de Al-Qaida.
«Después de siete años empezamos a saborear lo que es la libertad y la participación será muy alta», opina Yama al-Watuani, candidato de Hezbolá, partido integrado en la Alianza Nacional Iraquí (ANI). Liderada por el Consejo Supremo Islámico, de Amar al-Hakim, y la Corriente Sadrista, de los seguidores de Muqtada al-Sadr, ésta es la lista de los partidos religiosos chiíes que aspiran a recuperarse de los malos resultados de las provinciales de 2009. Según los diferentes analistas, su decepción en las urnas se debe al hastío de un pueblo que censuró la guerra sectaria alentada por ciertos líderes religiosos.
Como en el vecino Irán, el chiísmo es la secta mayoritaria en Irak y tras décadas sometida a Sadam Hussein y a la élite suní ha protagonizado lo que algunos diplomáticos consultados califican de «una auténtica revolución social» al hacerse con el control político del país desde la llegada de los americanos. Todos los futuribles jefes de Gobierno son chiíes, pero las diferencias también han llegado al seno de esta secta. El primer ministro, Nuri al-Maliki, se presentará al frente de su propia coalición, Estado de Derecho, con un carácter religiosamente menos marcado que la ANI. «Seguridad, nacionalismo y secularismo» son los pilares del programa de un Maliki que aspira a ser reelegido para otros cuatro años y que cuenta con el apoyo de importantes líderes tribales.
«El menos malo»
El ex primer ministro Iyad Allawi es el candidato de la Alianza Unida de Irak, grupo en el que se integran importantes figuras suníes y que «es la opción de los jóvenes estudiantes, artistas e intelectuales del país porque es el menos malo de todos, nada más», asegura el pintor Qasim Sabti, director de la galería 'Diálogo' de Bagdad. Los viajes a Turquía, Arabia Saudí y Siria de Allawi, unidos a su unión con candidatos vetados por «difundir el baasismo», como Saleh al-Mutlaq, convierten a esta alianza en el centro de los ataques de los grupos chiíes que acusan a Allawi de dar cobertura al antiguo régimen. El propio Al-Mutlaq, en una entrevista concedida a este periódico, aseguró que «con Sadam vivíamos mucho mejor, esta es la peor época de la historia de Irak» y advirtió que «sin el regreso de los exiliados del Baas la paz será imposible».
«El próximo será un Gobierno de mayorías en el que de nuevo será fundamental el apoyo kurdo. La prueba del Ejecutivo de unidad nacional ha demostrado que no permite avanzar al país», declaró el presidente Yalal Talabani en el último acto de campaña de la alianza de los dos grandes partidos kurdos. Con 57 diputados y cinco ministros en la pasada legislatura, el apoyo de este grupo volverá a ser decisivo. A cambio pondrán sobre la mesa la exigencia de solucionar la cuestión de Kirkuk, área del norte rica en petróleo sobre la que árabes, turcomanos y kurdos aspiran a gobernar.
En el colegio electoral de Hurriya, al que iban dirigidos los cohetes del pasado jueves, trabajaban ayer contra el reloj para tenerlo todo listo. Su responsable aseguraba no tener miedo a un nuevo ataque. En la puerta dos hombres armados y un gran muro sellaban la entrada. Más de un millón de miembros de las fuerzas de seguridad se han desplegado para intentar asegurar las últimas elecciones con presencia americana en el país.