Abogado, aviador y melómano
Antonio de la Herrán es un hombre polifacético con unas destrezas fuera de lo comúnObtuvo el título de piloto, se compró una avioneta y adquirió destreza para hacer grandes excursiones
JEREZ.Actualizado:Esta primavera se cumplirá dos años que venimos trayendo a éstas páginas los artículos de 'Mis familias preferidas', los que, a tenor de la acogida que han tenido por los lectores de LA VOZ, podríamos llamarlos 'Nuestras familias preferidas', ya que la mayoría corresponden a conocidos apellidos de la ciudad, en los que algunos de sus miembros han destacado por su talento, actividades profesionales, cualidades artísticas, etc.
En esta ocasión y continuando con la letra 'H', no podemos pasar por alto el apellido Herrán, o de la Herrán, ya que su titular, el abogado Antonio de la Herrán, es una persona, aunque no nacido en Jerez, que convive desde hace muchos años entre nosotros, ha creado una familia y solidarizado con la ciudad sus circunstancias y problemas, de la que es un gran conocedor. Por ello, merece aún más si cabe de nuestra atención, cosa que hacemos desde la admiración que nos produce las singulares características que doran su personalidad, de entre las que destaca la inteligencia; la que lo hace audaz, tenaz, intrépido, divertido y elocuente. Por los muchos casos difíciles que ha resuelto y enfrentado a instituciones y controvertidos personajes le llaman 'el abogado de lo imposible'.
Antonio de la Herrán sabe bien sacar tiempo de su profesión de abogado para ejercer esas otras aptitudes que le confieren cualidades de hombre polifacético, cuyas destrezas van mucho más allá de lo corriente y que lo hacen ser cuando menos un personaje similar a aquellos del Renacimiento.
Nació en Santander el 18 de enero de 1944, siendo el séptimo de once hermanos. Su padre, Agustín de la Herrán, era el abogado del Estado más joven de España, hombre de gran cultura y afición a las bellas artes y profundo conocedor de la vida y la obra del pintor Francisco de Goya y Lucientes, de quien escribió más de cincuenta publicaciones.
Agustín de la Herrán se casó con la también santanderina Dolores Matorras, mujer que, aunque entregada al hogar y crianza de sus once hijos, era una señora de gran agudeza e inteligencia natural.
Agustín hizo que todos sus hijos varones estudiaran Derecho porque entendía que con el amplio bagaje de conocimientos que les proporcionaba esta carrera podrían labrarse un futuro en libertad. Por lo que no cesó de decir: «Primero el Derecho y después lo que ustedes queráis». Debido a ello la mayoría de sus hijos fueron destacados abogados, notarios, médicos, etc.
Imaginación e ingenio
Del personaje que hoy nos concita, Antonio de la Herrán, hemos de destacar sus notables características y virtudes, como son la imaginación, el ingenio, la audacia, el espíritu aventurero... Debido a ello, lo mismo que ha naufragado en el Estrecho de Gibraltar y estrellado en el desierto del Sahara, ha construido avionetas y clavecines, siendo a la par un melómano que toca el piano con virtuosismo, un profesional del Derecho que ha ejercido como abogado por más de 40 años y organizado conciertos en su casa por más de diez, promotor y mecenas de la conocida Orquesta Maestro Álvarez Beigbeder.
Desde pequeño fue un niño muy ingenioso y espabilado que siempre andaba creando, montando y desmontando e inventando instalaciones eléctricas con el perjuicio que esto traía para el alumbrado de su casa. Construía cohetes y petardos que tenían por resultado pequeños fuegos del mobiliario y la decoración: cortinas, alfombras, etc.
Siempre le fascinó la música clásica. A los 6 años le regalaron un disco de Mozart, enamorándose desde entonces de este compositor. No obstante, su gran pasión ha sido Johann Sebastian Bach, del que es un profundo conocedor sobre todo de sus Arias, que dice conocérselas todas.
Su vida empieza a las cinco de la mañana, hora en la que dice tener la paz y la lucidez suficiente para trabajar con el mayor rendimiento. Su tiempo libre lo dedica a tres pasiones: música, aviones y construcción de instrumentos musicales.
En su faceta como abogado ha llegado a tener una excelente reputación entre sus compañeros de profesión, esto es debido a su ingenio y buen humor, cualidades a las que suele recurrir y hacer uso en las salas de las audiencias y juzgados, lo que contrasta sobremanera con la seriedad de los procedimientos. Sería prolijo describir en el corto espacio de este artículo las numerosas intervenciones en las que su inteligencia y brillantez han resuelto situaciones en los juicios con argumentaciones en clave de humor.
Otra de sus actividades preferidas es viajar allá donde se celebran festivales de música antigua, por lo que han sido frecuentes sus visitas a Brujas, a donde ha ido en caravana acompañado de sus hijos, a los que ha sabido transmitir su amor por la música y los conciertos, en especial de clavecín.
En uno de sus viajes decidió comprar un kit para construir un clavecín. Al llegar a Jerez decidieron poner manos a la obra, logrando entre todos construir el primero. Pablo Cano, conocido como uno de los mejores clavecinista españoles se desplazó a Jerez para probar el clave y le gustó tanto que le encargó uno. Desde aquel entonces han sido alrededor de 150 los clavecines que se han construido y vendido por Europa, especialmente en Suiza, Argentina y Estados Unidos, pasando de ser un hobby, a un pequeño negocio artesanal en el que han llegado a participar un carpintero, un pintor, una decoradora, etc.
A los 40 años, decidió que tenía que aprender a volar, por lo que se sacó el título de piloto y se compró una avioneta. A medida que fue adquiriendo destreza aumentó sus singladuras realizando cada vez excursiones a mayor distancia, pasando de Andalucía, a realizar vuelos a Marruecos, Portugal, Menorca, etc. Y teniéndose que enfrentar a todo tipo de meteorologías, con aterrizajes con vientos cruzados de más de 40 nudos; tal fue una vez en Málaga o en otra ocasión en Pamplona en medio de una terrible tormenta con fuerte aparato eléctrico de rayos y truenos, todo esto fue mientras buscaba comunicación con la Torre de Pamplona, por lo que se quedó sin gasolina. Al final le comunicaron que la torre no trabajaba los domingos, teniendo que dirigirse a Vitoria, donde aterrizó de milagro.
En otra ocasión, volando hacia Sevilla para repostar, no funcionó el tren de aterrizaje, por lo que tuvo que aterrizar sin él, con el consiguiente perjuicio para el fuselaje del aparato. Menos mal que tanto nuestro piloto como los tripulantes salieron milagrosamente ilesos. Otra vez sobrevolando Marrakech se metió en una gran nube, por lo que perdió la orientación, llegando a pensar que no lo contaba, viéndose obligado a aterrizar con viento cruzado de casi 40 nudos. En otra ocasión, en un viaje al Sahara, se le atascó el carburador estrellándose en medio del desierto, pero tuvo la suerte de poderlo contar. Es obvio que cuenta con varios ángeles de la guarda que están constantemente echando horas extras para él.
Avionetas
Su audacia y creatividad le han llevado no sólo a construir clavecines, sino también a construir avionetas. Un buen día, con la ayuda de su amigo Agustín decidieron hacerlo y justo en la nave o bodega que tiene en la parte trasera de su casa se pusieron manos a la obra, construyendo diversos modelos de avionetas y ultraligeros de segunda generación, los cuales fueron sacados sin alas por las calles de Jerez para ser montados en los tráilers que los transportarían a los aeropuertos y pistas de vuelo. Los vecinos y viandantes no daban crédito a lo que estaban viendo: salir un avión de verdad de una casa particular.
Estos aviones ultraligeros se probaban en una finca privada de la carretera de El Portal. Un día se estrelló con uno de ellos. El avión calló de morro quedando con la cola hacia arriba, por lo que nuestro protagonista salió despedido por la ventana. La imagen, aunque dramática, fue cómica ya que apareció con las gafas puestas embadurnado de polvo. Al quitárrselas y quedar con los ojos cercados por el polvo exclamó: «¡Otro milagro, otro milagro!».
Su última aventura ha sido construir un aeródromo privado con una pista de unos 1.200 metros de longitud y unos hangares para guardar las avionetas, amén de la restante infraestructura para su buen funcionamiento y comodidad de los usuarios. Este aeródromo, que es uno de sus mayores logros e ilusiones, está situado cerca de Trebujena y espera pueda ser inaugurado pronto. Estuvo casado con la súbdita americana Carol Sabick Quinn, con la que tuvo tres hijos, Aida, Denise y Martin. En la actualidad, divorciado, se encuentra casado en segundas nupcias con la restauradora Reyes Díaz Martínez.