La autovía de Richter
Actualizado:La gran Autovía del Mangui ha vuelto a hundirse. Así somos por aquí que cuando trincamos nos llevamos hasta la grava. La A-92 es la columna vertebral de Andalucía, y su lamentable estado fiel reflejo de la mala salud de la osamenta de nuestra Comunidad. Lo nuestro no es osteoporosis, es espina bífida.
Fue tal el entusiasmo con que los Cacerolo y demás ilustres miembros de la Archicofradía del Mangui se emplearon sobre el presupuesto de la A-92, a vista ciencia y paciencia de los que mandaban y aún mandan, que a los pocos años hubo que reconstruirla prácticamente entera entre Loja y Santa Fe. El cielo y el infierno: mientras la Jerez-Los Barrios, la gran alfombra roja entre Pacheco y Patricio que el PA exigió en la legislatura de la pinza a cambio de sostener al PSOE en el poder, gana el Nobel de las carreteras ecológicas a precio de piel de Luis Vuitton el kilómetro, la A-92 no es más que una escombrera aplanada de la que cada tanto suelen desprenderse trozos de respetables dimensiones.
Ahora que Ritcher y su escala no dan tregua por todo el planeta, Andalucía ya tiene su gran socavón, otro más, del mismo tamaño que el de las cuentas del SAS, parecido al que ocasionan las empresas públicas, o similar al de La Nuestra que ya no puede ser más Suya. Voraces agujeros negros que consumen lo que les corresponde y lo que, a lo mejor, debiera haberse dedicado a otros menesteres.
Mientras asistimos a las exequias de los trabajadores de Delphi y el inefable consejero Fernández nos explica que una cosa es prejubilarse y otra constituir un renta aportando como capital la indemnización recibida ¿?, mientras Zapatero recupera el viejo 'slogan' franquista del contubernio judeo-masónico para justificar el cataclismo financiero y bursátil, mientras se propone la creación de un Observatorio Socioeconómico para observar minuciosamente cómo se mueren de asco los pueblos de la Sierra, Andalucía rezuma lodo, impotencia y desesperación por todos sus poros, al tiempo que Griñán dedica toda su energía a intentar mandar en el partido, olvidándose de que su obligación es gobernar nuestra tierra. Mientras todo eso sucede, la culpa por supuesto, la tiene Arenas.