caso acobiomol

Moresco declara como testigo en el juicio

El alcalde de El Puerto, entre los quince testigos que han comparecido hoy en el juicio por el caso 'Acobiomol', reconoce que un médico de confianza le advirtió de que "era un timo"

Jerez Actualizado: Guardar
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Esta mañana ha continuado en la sección octava de la Audiencia Provincial el juicio por el caso 'Acobiomol' en el que se jugan a cinco personas como presuntos autores de un delito de estafa en el que aseguraban contar con un producto milagroso que curaba enfermedades terminales, crónicas o degenerativas. Si ayer eran los cinco imputados, tres de ellos como cómplices, los que prestaban declaración ante el juez, hoy le ha tocado el turno a quince testigos, todos ellos afectados, y mayoría querellantes y familiares de las víctimas. Entre los testigos se encontraba el alcalde de El Puerto de Santa María, Enrique Moresco, cuya mujer tenía cáncer, y decidieron recurrir al 'Acobiomol' porque estaban "desesperados". "En esos momentos mi mujer y yo nos agarramos a un clavo ardiendo", reconoció Moresco, que también admitió ante el magistrado que un médico de confianza le advirtió que "era un timo". En cuanto a la efectividad del producto, Moresco afirmó que notaron que su mujer "tenía más vitalidad", pero matizó que podría deberse también al efecto placebo, tal y como manifestaron muchos de los afectos. En cuanto a la cantidad de dinero que le habrían estafado en todo el proceso, Moresco sitió la cifra alrededor de los 9.000 euros.

Los testigos declararon que los supuestos cabecillas les aseguraron que curarían cáncer avanzado a sus familiares "en tres meses". El declaraciones ante el magistrado, el isleño Jesús Preda, que fue el primero de los afectados en presentar una denuncia, relató que se enteró de la existencia del Neovit 3000 a través de un compañero de trabajo al que J.M.A.A. y J.L.A.B., que se hacían pasar por biólogos, le vendieron "un crecepelos".

En este sentido, explicó que tras reunirse con ellos y exponerles la Teoría del Acobiomol y "darles por escrito" la patente del supuesto producto milagroso volvió a verlos en la clínica Costa Noroeste, en El Puerto, donde les facilitó el historial médico de su esposa, que padecía un cáncer de estómago.

Tras analizar las analíticas durante "cinco minutos" los procesados, que contaban con uno de los médicos imputados, E.D.R., a quien se refirieron como un traumatólogo pero "multidisciplinar", le señalaron que el cáncer de su esposa era "perfectamente tratable" y se curaría "en tres meses".

Por ello, sellaron "con un apretón de manos" el acuerdo económico por el que tendría que abonar 9.000 euros en dos plazos, ingresando primero 4.500 euros "nada más recibir las primeras dosis", aunque el contrato incluía una cláusula que recogía que el dinero sería devuelto si la paciente no experimentaba mejoría.

Posteriormente, relató que su esposa falleció a los pocos meses tras la ingesta del compuesto, el cual calificó como "traumático", ya que tenía un sabor "repugnante". Además, su mujer sufrió una "hepatitis medicamentosa" por la que tuvo que ser hospitalizada, por lo que llamó a los procesados para "resolver" el contrato acogiéndose a la referida cláusula.

Sin embargo, además de negarse, los imputados recomendaron infiltraciones del compuesto en la médula de la paciente como "única solución" para "salvar" a su mujer, a lo cual se opuso por considerarlo "una barbaridad", decidiendo emprender acciones legales al no devolverle el dinero.

La vista oral se reanudará mañana con las pruebas periciales.