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La Familia Real posa ya al completo en el Museo de Cera sin Jaime de Marichalar. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
Sociedad

Adiós Marichalar, hola Cristiano

El Museo de Cera de Madrid actualiza su elenco de figuras al ritmo que marcan la actualidad y los gustos del público

ARANTZA PRÁDANOS
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Así es la vida. Un trasiego incesante, un fluir, un río. Un continuo a rey muerto, rey puesto. O, por citar al gran 'pensador' manchego José Mota, las gallinas que entran por las que van saliendo. En el gran tobogán cósmico el ocaso de la popularidad de unos coincide con el apogeo de otros. Así se han ido a cruzar los destinos de Jaime de Marichalar y de Cristiano Ronaldo. O al menos los de sus sosias de cera. El primero como figura saliente, el otro como astro entrante. La efigie del ex Duque de Lugo abandonó para siempre el Museo de Cera de Madrid el pasado día 11 subido a una carretilla. Punto final a su matrimonio con la infanta Elena y exilio de uno de los museos más visitados de España, donde ocupó plaza conyugal desde su boda en 1995. Su hueco en el elenco del museo lo cubrirá en breve el crack madridista de los 94 millones de euros. Los trámites para el fichaje céreo de CR9 se activaron a principios de este mes. «Lo notificamos siempre porque queremos contar con los protagonistas y que, si es posible, vengan luego a inaugurar su figura», explica Gonzalo Presa, responsable de comunicación.

Prestigio y popularidad

Desterrado Marichalar y mientras llega Cristiano, el Museo de Cera alberga hoy 468 reproducciones de otros tantos personajes. En sus 38 años de historia -recién cumplidos el pasado 14 de febrero- han pasado por la sede de la madrileña Plaza de Colón cerca de 1.400 esculturas. Reyes y villanos, conquistadores y artistas, seres reales y creaciones de ficción literaria, cinematográfica o del cómic.

«Aquí sólo el 7 por ciento está dedicado al terror», a los Drácula, Frankenstein, Landrú y compañía, recalca Presa. La leyenda endosada por el cine a este tipo de muestras desde 'Los crímenes del museo de cera', el clásico de 1953, distorsiona un tanto su imagen. El de Madrid se distingue del Madame Tussauds de Londres y de otros por su «vocación didáctica», dicen sus responsables. El sesenta por ciento del público son escolares. En las escenas del pasado prima aquí la relevancia histórica. Se evocan personajes, ambientes -salas de la Alhambra o palacios reales-, y encuentros trascendentales como los de Moctezuma y Atahualpa con sus respectivos verdugos, Cortés y Pizarro. El presente es más libre y juegan también factores como la popularidad, el prestigio o los dictados de la actualidad.

«Lo de Marichalar en absoluto fue un desprecio, pero al no ser ya de la familia real no tenía sentido mantenerlo», ni siquiera en la sala taurina donde se le había acomodado desde que partió peras con Doña Elena, explican. No hay sitio para todos. En su día salieron del museo por mandato electoral GeorgeW. Bush, relevado por Obama, y el mismo Aznar tuvo que ceder hueco a Rodríguez Zapatero. Aunque siempre hay excepciones. Tony Blair sigue en la sala de mandatarios porque a su sucesor, Gordon Brown, «no lo conoce nadie», afirma Presa. La política es cruel.

Sin embargo, Benedicto XVI coexiste con su predecesor sin problemas aparentes. «Es que Juan Pablo II es muy conocido y lo quieren canonizar», justifican. La figura del actual Papa batió todos los récords de velocidad. Ni un mes tardaron los artistas del museo en tener listo a Ratzinger, frente a los tres o cuatro meses que acostumbran. El premio, una bendición del pontífice al personal, extensible al público visitante sin sobrecoste en la entrada.

El limbo toledano

Cuando declina la estrella de un famoso, su clon céreo es 'nominado' y expatriado a una nave en Toledo. El limbo. Allí están almacenados el ex yerno del Rey y casi 600 figuras más. «No, nadie nos ha pedido quedarse con su muñeco cuando se retira», ríe Gonzalo Presa. En cambio, sí hay quien solicita ser esculpido en cera aunque sea pagando. «Un empresario y otra persona del mundo del espectáculo», añade misterioso.

Las efigies desechadas no se funden. La cera química de moldeado, mezclada con restos de maquillaje y otros compuestos, no puede reutilizarse. Además, cuestan un dinero -entre 25.000 y 35.000 euros- y la vida da muchas vueltas. Un poner, caso de que Aznar reconquistara la Moncloa podría recuperarse la suya, retocada si es preciso a la altura de los abdominales. Se busca siempre «el máximo parecido» con los protagonistas y el museo no dudó cuando la princesa de Asturias se operó la nariz. Apéndice nuevo, cara nueva para su maniquí, y a punto han estado estos días de añadirle un corrector dental.

También se cuidan con mimo el vestuario y los complementos. El Antonio Banderas de cera hasta huele a uno de los perfumes que patrocina. Quizá por eso la del malagueño es hoy la figura más achuchada del museo, junto con Iker Casillas y Rafa Nadal. Los tres cedieron las prendas para vestir a sus gemelos sintéticos, como tantos otros representados. La capa del Cid Campeador la paseó en su día Charlton Heston en la película de Samuel Bronston. La Casa Blanca facilita las medidas corporales de los presidentes para mayor fidelidad al original. En cambio, no ha habido forma de lograr la colaboración de La Moncloa. Mutismo total sobre lo que miden o pesan nuestros jefes de gobierno.

Y de cara al futuro, ¿para cuándo Belén Esteban? No está ni se la espera. La opinión del respetable se sondea a menudo en encuestas y a través de la web del museo. Se tiene en cuenta pero filtrada. Los elegidos deben acreditar una trayectoria profesional o así. De momento a la ex de Jesulín no se le conoce obra. La telebasura todavía no computa.