Jerez

La tragedia griega más flamenca de Lola Greco y Amador Rojas

Un arriesgado y original cambio en la ambientación aportó a la obra frescura y vanguardia, sumado a una escueta escenografía Los bailaores supieron aportar intensidad creativa al drama jondo de 'Fedra'

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Trasladar un tragedia griega al flamenco no es fácil. Si ya contar una historia a través del baile es un reto para un coreógrafo, más aún lo es elaborar la trama que representa la historia de Fedra y encasillarlo en el ambiente flamenco. Amén de esto, el coreógrafo Javier Latorre, no contento con la dificultad que esto supone, introduce elementos culturales del siglo XXI.

La tragedia viene a contar una rocambolesca historia amorosa entre Fedra, interpretada por Lola Greco, que intenta seducir a su hijastro, Hipólito, en tanto en cuanto su actual pareja no está en escena cumpliendo una «misión». Teseo, interpretado por Alejandro Granados, vuelve para resolver una situación que durante la obra se acaba de forma trágica.

Lola Greco, por soleá y con la compañía de Carmelilla Montoya cumpliendo las veces de ama, destapa sus pensamientos amorosos de forma pasional a la par que contenida, en el diván de su alcoba mientras Amador Rojas, que representa al hijastro de ésta, escenifica la preocupación de una situación que se le escapa.

Un paso a dos dispara la incertidumbre y la pasión de Fedra, mientras que Hipólito no acaba de entregarse por completo.

Una tragedia en la que el vestuario dista años luz de los clasicismos y estereotipados cortes que se esperaban, siendo un argumento rescatado del tiempo.

El cuerpo de baile, por otro lado, ha completado los espacios temporales de la trama ajustándose al hilo conductor. La voz en 'off' del maestro Morente dio luz y carisma. Ecos ancestrales que recordaban al canto gregoriano en algunos pasajes, entrelazado con seguiriyas o tientos y tangos de corte más flamenco.

Tragedia y vanguardia

Sorprende la idea de introducir una moto de gran cilindrada, utilizado como vehículo emocional de Amador Rojas para desvincularse de su madrastra.

Una equilibrada sintonía que solapa la fuerza de la tragedia griega más cruel con la esencia del flamenco vanguardista. La trama transcurrió con la muerte del bailaor en accidente de moto, (extraño paralelismo con el guión original). La desgracia recae en la figura de Greco que escenifica magistralmente las posturas amargas y el llanto de la pérdida de 'affaire'. Una carga de simbolismo tratado coherentemente, con la saeta como telón de fondo en la despedida final del joven, y música que rezumaba los sones litúrgicos, mientras que Alejandro Granados la desprecia.

Cabe destacar la belleza que produjo la quietud del baile de Lola Greco y la depurada figura de Rojas en sus movimientos, muy técnicos e histriónicos.

La voz de Morenito de Íllora aportó un toque de realidad musical al evento, junto a la guitarra de Iván Losada y la percusión de Lucky Losada. Algo que enriqueció el espectáculo en el que, por poner una pega, se abusó de las voces en 'off'.

Desesperación y muerte

La historia concluye con la desesperación de Fedra, agónica en sus movimientos, desolada y desembocando en la tragedia final, el suicidio. Acercándose el final de su vida, las voces de Estrella Morente y su padre devuelven a la trama un halo de oscuridad con la muerte de la protagonista.

Una historia de desamor con vínculos similares a la historia de amor por excelencia, Romeo y Julieta, rebasando los límites del espacio y el tiempo, provocando escenas en las que hay que introducirse en la obra para comprender el porqué de tantos elementos contemporáneos.

Un arriesgado trabajo que ha conseguido su objetivo, y que, guiado por Miguel Narros, ha demostrado que en el flamenco cabe todo siempre que se trate con verdad y conocimiento.