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El joven gaditano Javier Rodríguez en un viaje que hizo este verano a Estocolmo. :: LA VOZ
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«A mi alrededor todo estaba oscuro y la gente corría de un lado a otro»

El gaditano Javier Rodríguez cuenta cómo ha sobrevivido al terremoto que ha asolado el país andino

CARLOS CHERBUY |
CÁDIZ.Actualizado:

Poco a poco Chile se restablece del peor seísmo que ha sufrido en los últimos años y los gaditanos que han sido testigos directo de la catástrofe ya han conseguido ponerse en contacto con sus familiares. Tanto Matilde Aleu, como Ernesto Olivares y Javier Rodríguez se encuentran bien. Ellos lo pueden contar. Ahora, padecen las dificultades que entraña la reconstrucción de las zonas más afectadas. Pero, a pesar de que todo ha quedado en un susto, será complicado que borren de sus retinas las imágenes de caos. Tampoco podrán despegarse de la sensación de miedo e impotencia que les recorrió mientras el suelo no paraba de moverse.

«Estaba en un bar y un vaso se cayó y todos se metieron bajo la mesa. Me sorprendió pero cuando el temblor comenzó a ser más fuerte, yo también me tiré de la silla. Al salir, todo a mi alrededor estaba oscuro y la gente no hacía más que correr de un lado a otro». Estas palabras del gaditano Javier Rodríguez a LA VOZ describen el horror y la incertidumbre que se produjo tras el terremoto. El joven de 23 años y que viajó hasta Santiago para acabar sus estudios de Dirección y Gestión de Empresas, afirma que en la residencia en la que se encuentra hay gas y agua, pero que no han corrido la misma suerte con la luz. En cuanto a la comida, Javier cuenta que tienen suficiente y que los supermercados abrirán ya hoy. Además, el inicio del curso se ha retrasado una semana a consecuencia de la tragedia.

«A pesar de que aún hay réplicas, no son de mucha intensidad y no pienso en volver, ni en buscar un modo de marcharme porque hace sólo diez días que llegué. Aquí en Salvador apenas hay edificios dañados y la gente está volviendo a la normalidad poco a poco», cuenta Javier, que está con el isleño Ernesto, compañero de estudios en la Universidad de El Salvador que ya ayer pudo llamar a sus padres desde la Embajada española a la que acudió ante la imposibilidad de contactar por otro medio.

Con lo puesto

De los tres gaditanos que el sábado hicieron pasar unas horas de angustia a sus familiares, la que más miedo tuvo fue Matilde Areu. Ella se encontraba en Concepción, una de las zonas más afectadas. «Salí con lo puesto porque se movía todo el piso y creía que el techo se me iba a caer encima», le describía la escena a sus familiares cuando les llamó a las seis de la mañana desde Viña del Mar. Allí se trasladó en coche. Casi doce horas de viaje para escapar del horror. En el coche, junto a ella, otra estudiante norteamericana y la propietaria del inmueble en el que se alojaban, cuyos familiares les han dado alojamiento. Matilde no pudo evitar pensar que iba a morir, pero tras el susto «sólo quería descansar». Ahora tendrá que decidir si va a continuar en Chile o volverá a casa. Su familia aún desconoce las intenciones de esta joven estudiante de ambientales.