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SOMOS DOSCIENTOS MIL

CARRIL BICI: ALTERNATIVAS

Este servicio es uno de los más camaleónicos de cuantos existen en Jerez

ILDEFONSO CÁCERES
Actualizado:

El carril bici, sobre el que varias veces he tenido la oportunidad de pronunciarme en estas mismas líneas, se ha revelado como el objeto más camaleónico de cuantos existen en la ciudad. Jamás a algo construido por el Ayuntamiento para un fin tan concreto, los jerezanos le hemos sacado mayor partido pues, no pudiendo ser utilizado para aquello para lo que fue concebido -y comprendo que, desde su inauguración, el tiempo no ha sido propicio como para que los ciclistas tomaran a las bravas esa nueva y costosa vía-, la imaginación del ciudadano ha suplido, y con mucho, el uso de ese camino rosado o rojo clarito (Perdónenme, pero lo de los colores no es lo mío, como imagino tampoco lo debe ser del angelito que en su día aconsejó el ya de por sí horroroso color).

Así que, para quienes no frecuenten la Avenida Alcalde Álvaro Domecq, aquí van algunos de los usos alternativos que la imaginación popular jerezana está dando al carril bici.

Así, el mismo, es usado de forma fundamental por señoras que, en grupos de tres o cuatros miembros, pasean a primera hora de la mañana o última de la tarde, vestidas con ropa informal (algún que otro chándal y, por supuesto, zapatillas de deportes), convencidas de que andar es de los grandes ejercicios que las permitirá conservar la línea.

Junto a tan deportiva utilidad, el carril bici también lo utilizan habitualmente jóvenes skate, que han descubierto en la zona recién asfaltada un discurrir ideal para sus tablas con ruedas, mucho más incomodas de utilizar por el suelo enlosado del resto de la ciudad, máxime con los vecinos y la Policía Local expulsándolos una y otra vez de la plaza del Caballo.

El carril bici es zona obligada de paso para mujeres que calzan tacones (por ejemplo, quiénes acuden a algún hotel de la Avenida), pues el asfalto hace más llevadero caminar, sin el inconveniente de que el tacón vaya hundiéndose entre las losas. Es zona igualmente de paseo para quiénes salen con su bebé, dulcemente instalado en su cochecito que no traquetea en aquella rodadura. Y, como no, igualmente es habitual que transiten, e incluso defequen, los perros que son sacados a pasear por sus dueños. Por ello, el carril bici, como si de una carretera comarcal se tratara, también cuenta con mojones. Los de las carreteras señalizan los kilómetros, los del carril bici permiten entrever la falta de civismo de quienes pasean a sus mascotas.

Algunos usos más: zona habitual de aparcamiento de turismos y autobuses, en especial en el tramo que discurre por la Alameda Cristina y Mamelón. Es zona para estacionar ciclomotores a la altura del edificio de la Audiencia Provincial, en concreto de los jóvenes que acuden a las dependencias judiciales allí instaladas, básicamente al Juzgado de Menores. También el carril bici se revela como un magnifico depósito, pues no sólo lo utilizan para depositar sus mercaderías aquellos repartidores que aparcan en sus inmediaciones, sino que es despensa de las mochilas cargadas de pañuelos que los inmigrantes de color, últimamente habituales en los semáforos jerezanos, utilizan para almacenar sus productos, con objeto de no quedar desabastecidos durante su dura jornada laboral.

Y seguro que ustedes han comprobado algún otro uso que a este cronista se le escapa. No obstante, por rizar el rizo, los pocos ciclistas que con este tiempo osan transitar por la Avenida lo hacen, a toda velocidad, justamente por la acera contraria a aquélla por la que discurre el carril bici. Y no se les ocurra recriminarles tal actitud.

Resumen final: todo lo hasta ahora narrado revela dos cosas: una, que en esta ciudad (e incluyo a viandantes, ciclistas, negritos.) de civismo andamos cortitos y, segunda, que el carril bici sigue siendo, por mucho que nos digan, la inversión más estúpida realizada por el gobierno local y, viendo cómo evoluciona nuestra economía, quizás la cosa no esté como para seguir gastando en tonterías...