VIVIENDAS ILEGALES
Actualizado:Han pasado nueve días de las últimas inundaciones y convendría ir buscando soluciones definitivas para que no vuelvan a repetirse las escenas que se han vivido en buena parte de la zona rural. Y, sobre todo, que se acometan de una vez por todas. Basta ya de promesas incumplidas. Basta de palmaditas en la espalda y de consuelos hipócritas. De políticos que hacen cola para visitar la 'zona cero', eso sí, con una nube de fotógrafos como testigos de excepción o con sus respectivos jefes de prensa que después se encargan de remitir la información y las imágenes a los medios de comunicación. Basta ya también de anunciar parches o, incluso, proyectos faraónicos que, como siempre, acaban en el cajón de los olvidos.
Un problema de esta magnitud merece soluciones efectivas, claridad y rotundidad. Se antoja, ciertamente, complicado, porque es complejo. Y mucho. Tampoco existe unanimidad de criterios a la hora de opinar si tal o cual actuación acabaría con las inundaciones en Las Pachecas, El Portal, La Greduela y demás barriadas del Jerez rural. Unos apuestan por dragar el río y otros por levantar unos muros en sus orillas. Los ecologistas van más allá y hablan de una regeneración completa del Guadalete, tremendamente castigado por la acción de vecinos, agricultores y empresarios.
Todo eso está muy bien y seguramente ayudase a mejorar la situación. Incluso a paliar los efectos de las inundaciones. Pero hay una cuestión que está clara: las viviendas afectadas son ilegales porque se construyeron en zonas inundables. Ésa es la realidad, por delicada que resulte abordarla, sobre todo desde el estamento político. Porque, claro, los votos son los votos y no es cuestión de ponerlos en peligro por una 'tontería' como ésta.
Quizá no sea cuestión de señalar culpables, pero los hay, y muchos. Para empezar, todos los que han tenido responsabilidades de gobierno en el pasado y que han hecho la vista gorda ante esa situación. Han permitido que se construyese donde no se podía, donde resulta peligroso vivir, y después han dejado que siguiesen allí. Claro, tomar medidas drásticas ahora puede resultar impopular para muchos.
Teniendo todo eso claro, la solución es evidente: acabar con las viviendas existentes en las zonas inundables. Porque ni pueden ni deben seguir allí. Porque la desgracía podría ser cualquier día mayúscula, reduciendo lo sucedido hasta ahora a anécdota. Hay que sentarse con ellos y explicarles lo que sucede y los motivos por los que no pueden seguir en esos emplazamientos. Con razonamientos y argumentos, que los hay de sobra. Y, lógicamente, ofrecerles alternativas. Ha empezado a hacerse, de hecho, y hay personas que, tras el susto, se han dado cuenta de que no pueden seguir ahí. Pero los procesos correspondientes, en la mayoría de los casos, se encuentran en unas fases muy embrionarias. Tampoco están todos los que son. Y en este asunto sí que no convendría quedarse a medias. Por la cuenta que le trae a más de uno.