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Opinion

El tamaño no importa

Tanto Estados Unidos como Europa han condenado la muerte del disidente Orlando Zapata, pero son incapaces de impulsar un mínimo cambio en Cuba

DAVID MATHIESON
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Importa el tamaño? A lo mejor sí en algunos aspectos de la vida, pero no necesariamente en la geopolítica. Algunos países pequeños son capaces de llamar la atención internacional y tienen incluso más influencia en el escenario global que otros estados varias veces más grandes. Sus acciones (y las reacciones que provocan) estimulan un debate sin fin en los medios y dejan a una legión de diplomáticos unas cuantas noches en blanco. Es el caso de Israel, un país con una población inferior a la de Madrid y que se puede cruzar en unas horas: un país pequeño cuyas acciones se convierten en noticias globales casi al instante.

Otro país pequeño que ha dominado las noticias globales durante más que 50 años es la isla de Cuba. Casi desde el mismo instante del triunfo de la revolución en 1959, la política del Gobierno cubano ha suscitado un debate de difícil parangón. Para sus partidarios más adictos, el régimen castrista es un modelo para un gobierno ilustrado en la región: citan estadísticas sobre el sistema de sanidad, educación y bienestar que demuestran (en su opinión) que el nivel de vida del cubano medio es superior a sus vecinos en los países colindantes. Para sus detractores, la isla es una cárcel donde uno de los últimos gobiernos comunistas en el mundo sigue denegando los derechos humanos más básicos de la población.

Con la muerte del preso político Orlando Zapata la semana pasada, después de una huelga de hambre de 86 días, el debate sobre Cuba ha vuelto al primer plano. En lo que se llamaba 'la primavera negra' de 2003, Zapata fue uno de los 75 disidentes detenidos y condenado a una pena de 36 años. El Gobierno cubano insiste en que Zapata fue un mercenario que tramaba 'actos contrarrevolucionarios' para derribar el régimen. Pero la descripción de Amnistía Internacional parece mucho más exacta: Zapata era un prisionero de conciencia.

Por desgracia, hay prisioneros de conciencia o de opinión en muchos países. Algunos tienen Gobiernos tan autoritarios como el de Cuba o incluso peores. Habría que preguntarse ¿Por qué es noticia de portada cuando las violaciones de los derechos humanos no son exclusivas de la isla caribeña? Una razón puede ser el carisma de Fidel Castro, pero la más importante es que el Gobierno cubano siempre ha tendido a exportar su modelo político y económico. Los intentos más obvios han sido en la propia América Latina pero los 'asesores' y tropas de Cuba llegaron en los años 80 hasta países como Angola. Es una pequeña isla pero posee una gran influencia que llega hasta nuestros días, como podemos ver en el caso de la Venezuela de Chávez. Mientras otros dictadores se contentan con vivir tranquilos y disfrutar de su riqueza, Fidel Castro es un caso distinto. Su proyecto revolucionario ha sido inmune a la presiones de las potencias occidentales. Tanto EE UU como UE han condenado la muerte de Zapata, pero son incapaces de impulsar un mínimo cambio en la isla.

El estado de Israel tiene los EE UU como aliado. Corea del Norte tiene la bomba atómica. Pero ¿Qué es lo que tiene Cuba? ¿Cómo puede mantener su desafío al mundo occidental en general y a EE UU en particular, incluso después del fin de la guerra fría? Ha habido numerosos intentos para facilitar un cambio de régimen o promover la democracia y los derechos humanos, pero todos con nulo éxito.

Al principio, la CIA montó una operación para invadir la isla (un fracaso total). Luego intentaron eliminar físicamente a Castro. Según algunos informes, se organizaron al menos 600 complots para asesinarle. Pero al final, lo más cerca que ha estado de la muerte el líder cubano ha sido en los hospitales de la isla a causa de los erróneos tratamientos médicos de sus dolencias.

Durante la mayor parte de las últimas cuatro décadas, Cuba ha sido objeto de sanciones por parte de EE UU, pero tampoco han funcionado. Durante la guerra fría, el apoyo de la URRS mantuvo la economía de isla con subvenciones de unos 5.000 millones de dólares. Tras la pérdida de ese oxígeno, La Habana ha ido forjando vínculos cada vez más estrechos con China (que invierte cantidades importantes en las minas cubanas) y con Venezuela (que le suministra crudo barato). A veces Washington ha endurecido las sanciones: en los años 90 el Congreso en Washington aprobó la Ley de Libertad Cuba y Democracia Solidaria, más conocida por los nombres de los promotores 'Helms-Burton', dos senadores republicanos. Ahora, el presidente Obama ha adoptado una estrategia más suave y aboga por 'un nuevo comienzo' con Cuba. El año pasado, el Congreso agilizó los trámites para los cubanos de EE UU que remiten dinero a sus familias en la isla. Europa tiene aún menos influencia. A pesar de una posición común básica que condena la falta de derechos humanos, su postura ante Cuba es un ejemplo más de las divisiones que existen entre los 27. Algunos países como España buscan un 'diálogo constructivo' pero otros, como la República Checa, rechazan este planteamiento de forma rotunda.

Mientras tanto, el régimen dictatorial se sale con la suya. Como ha escrito la analista Suzanne Gratius de la Fundación FRIDE en Madrid: 'si fuera un partido de béisbol, la selección cubana de tercera división habría ganado claramente al equipo de primera división'. Pero muchos piensan que los auténticos perdedores son las generaciones de cubanos que han soportado y soportan el gobierno de los hermanos Castro desde hace más de medio siglo.