Indolentes, otra vez

Entiendo que hay reformas laborales posibles y que, en consecuencia, todas y cada una de ellas deben tener luces y sombras. Las cifras lo delatan: el mercado laboral se ceba con los jóvenes y también, y esencialmente, con las mujeres. Desde hace meses he sido testigo de cómo conocidas y amigas perdían su empleo. Los contratos temporales, la no antigüedad y otros factores no demasiado lícitos, jugaron en contra de los más débiles, o de las más débiles en este caso. De ahí que seamos muchos los que hayamos recibido de mil amores el que se defienda y apueste, tal y como propugna la reforma, por perseguir la temporalidad injustificada y se premie a los empresarios que hagan contratos fijos. Pero la manifestación del miércoles en Cádiz no fue un espejismo y supuso una negativa a comulgar con medidas que pretenden alargar los años de cotización para tener derecho a la jubilación, medida que por cierto no está recogida en la reforma laboral. Fuentes de la organización apuntan que fueron unas 10.000 personas las que se unieron a la marcha, mientras tanto la Policía Local llega dice que tan sólo contabilizaron 3.000. Debe ser que el trayecto se hizo pesado y muchos se pararon en el Río Saja. Lástima que ese día no estuviese la periodista del 'New York Times' que, en sólo unos días y cual viajera romántica, supo hacerse con la esencia de la ciudad y nos retrata como los indolentes con más arte del país. Vivir para ver.