Sería una pena
Actualizado:Han terminado los Carnavales, pasados por agua, pero han terminado. Solo queda el de los jartibles, el chiquito, el más nuestro. Visto, lo visto y oído lo oído, podemos decir que afortunadamente nuestro carnaval está vivo, sí, vivito y coleando. En transcurso del concurso se han podido oír letras frescas, de última hora. Un buen ejemplo es la que sacó el Sheriff al comando etarra muy poco tiempo después que se descubriera el entramado de la ignominiosa banda o la que en pocos minutos arregló Jesús Bienvenido para que sus Santos nos sorprendieran a todos en plena final con ese culpé, perfectamente armado y con un final que nos hizo saltar a todos de los asientos, memorable. Pero lo que me ha sorprendido de verdad, y ante eso si hay que tomar medidas, es la imagen que han ofrecido nuestros autores sobre el próximo Bicentenario. No hay ni una letra calificando el evento como positivo. Todas las que he podido oír son en contra o discrepando de su celebración. Las letras del carnaval son reflejo del sentir popular y lo que hemos podido oír desde el escenario es preocupante. Se ha criticado desde todos sus aspectos. Es cierto que a veces las letras pueden ser demagógicas y se utilizan para el aplauso fácil pero ante un acontecimiento tan importante y a dos años vista que se oiga lo que hemos oído nos tiene que hacer pensar. ¿En que se esta fallando? ¿Nos estamos preocupando mas de la imagen de cara al exterior que mentalizar a nuestros propios conciudadanos? Esas letras tienen que hacer pensar a nuestros gobernantes, todavía estamos a tiempo. El Bicentenario puede ser el último intento de reflotar nuestra alicaída ciudad y si no remamos todos y digo bien «todos» en la misma dirección, al final el barco puede irse a pique. Sería una pena.