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Arriba, Akio Toyoda cariacontecido. Abajo, un Prius. :: REUTERS
Sociedad

Toyota se la pega

El presidente del gigante japonés comparece hoy en el Congreso de EEUU para explicar los fallos de seguridad detectados en sus coches

FRANCISCO APAOLAZA
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Se imaginan al presidente de Seat compareciendo en el Parlamento español? Pues Akio Toyoda, presidente de Toyota, tendrá que acudir hoy al Congreso de Estados Unidos para dar explicaciones sobre los fallos de seguridad detectados en sus coches, que han obligado a revisar más de ocho millones de unidades en este país.

La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) ha abierto una investigación penal. El tema es gordo. Tanto que una querella criminal les acusa de tapar fallos que podrían haber provocado 36 muertes en accidentes en EEUU.

Este traspiés ha frustrado la escalada de la firma japonesa a la cima del mundo del automóvil. Hace un año, el nieto de Sakachi Toyoda, fundador del imperio japonés, se convertía en el primer fabricante de coches, por delante de la poderosa General Motors. La tecnología nipona convencía a los norteamericanos, que dieron la espalda a los potentísimos Ford. Hoy, Toyota vive la peor crisis de su historia: tiene que revisar millones de vehículos por tres fallos que, al parecer, bloquean el acelerador y disminuyen el frenado en ciertos casos. Más problemas para Japón: la segunda marca del país, Honda, tiene que llamar a taller a 437.000 unidades por un airbag que puede estallar.

El mal sueño de Toyota comenzó el pasado verano, con una llamada de teléfono al centro de emergencias de San Diego. Llamaba la tragedia. «Vamos en un Lexus hacia el norte por la Carretera 125. El acelerador está bloqueado. Estamos en un aprieto. No hay frenos y nos acercamos a un cruce. Agarraos y rezad». La llamada que reprodujo 'The Herald Tribune' se cortó cuando este coche de 50.000 dólares se hizo pedazos a 200 kilómetros por hora contra un árbol y mató a cuatro miembros de la familia Saylor. Al otro lado del mundo, en Tokio, Toyoda empezaba a vivir su peor pesadilla.

Después del accidente, la NHTSA recomendó retirar las alfombrillas de algunos Toyota porque podían bloquear el freno. La fábrica aseguraba que no había errores, pero otro accidente mortal, esta vez sin alfombrillas, disparó todas las alarmas. Según la compañía, hay un defecto en el pedal que lo puede atascar y que tiene que ser revisado en los talleres de la compañía.

Millones de unidades tienen que pasar consulta, 106.000 de ellas en España, donde ya han comenzado las reparaciones. El sistema es el mismo en todo el mundo: el fabricante se pone en contacto con los clientes para darles hora. «Es importante que lo reparen, pues si no lo hacen puede afectar a la garantía. Tienen que pedir un justificante de las intervenciones en el vehículo», precisa José Cutiño, de la Unión de Consumidores de España.

«Profundamente arrepentido»

Hace dos semanas, el sentido del honor japonés hizo levantarse a Akio Toyoda ante decenas de cámaras y centenares de periodistas, e inclinar su cuerpo en señal de arrepentimiento, al estilo de los samurái. Pedía perdón a sus clientes por la «ansiedad» que generaban las llamadas a revisión de una decena de modelos, entre ellos algunos Avensis y Yaris. Ayer, víspera de su importante cita ante los congresistas de Washington, fue bastante más allá: «Estoy profundamente arrepentido de todos los accidentes. Especialmente, quiero transmitir mis condolencias a los miembros de la familia Saylor, por el choque de San Diego. Me gustaría elevar mis plegarias y haré todo lo que esté en mi poder para asegurar que no vuelva a suceder una tragedia como esta», confesó.

Seguramente en su comparecencia de hoy Toyoda volverá a tragar saliva, algo a lo que se está acostumbrando. Hace unas semanas, remataba su particular 'anus horribilis' al ser informado de posibles fallos en los frenos de sus híbridos Prius fabricados entre 2009 y 2010. La compañía ha recibido catorce quejas en Japón y otras 150 en Estados Unidos. En determinadas superficies irregulares, al presionar ligeramente el pedal se reduce la sensación de frenado. Otros 400.000 coches camino del taller. Se trata de un problema de 'software' que, al parecer, se resuelve en poco más de media hora.

Las cosas también se calientan para Honda, segundo fabricante japonés que ha encontrado un defecto que podría afectar a 467.000 de sus airbags. En modelos como Accord y Civic, la presión de disparo es tan alta que pedazos de metal pueden herir al conductor y llegar a matarlo. El mes pasado, Honda tuvo que revisar otras tantas unidades de Fit y Jazz porque el agua podía colarse dentro de la puerta, crear un cortocircuito en el motor de la ventanilla y generar un incendio. Era una posibilidad remota, sí, pero ocurrió en Sudáfrica y el suceso mató a la niña Vanilla Nurse en Ciudad del Cabo.

Los casos de Honda y Toyota han sido lo más sonoros, pero no los únicos. El cliente supone que cuando acude a un concesionario y paga miles de euros, compra un producto perfecto. No es así. La semana pasada, Harley Davidson alertó de un fallo en once de sus modelos de motos: en un choque frontal puede haber fugas en el depósito de gasolina. El Audi Q5 ha tenido un problema con los airbags; los Citroen C107 y C1 presentaban defectos en los aceleradores; a los BMW les podía fallar el airbag del pasajero; la protección térmica de la rueda de repuesto de los Peugeot era vulnerable y a los Land Rover se les colaba aceite en el líquido de frenos. Ford ha vivido una pesadilla en los últimos 10 años con su ABS que le hizo revisar más de diez millones de coches... Hasta Ferrari tuvo que reparar sus lujosos 530 y Daimler-Benz dio un sonoro patinazo en el 97 con el Mercedes Clase A. Un reportero sueco hizo la 'prueba del alce' (frenazo y giros bruscos ante un obstáculo) y el vehículo volcó. Los alemanes tuvieron que parar la producción y subsanar el error que repetirían meses después con el Smart.

¿Significa que si posee un Toyota va a estamparse contra un árbol la semana que viene? «Desde luego que no». Lo dice Luis Murguía, ingeniero técnico mecánico y asesor de movilidad del Real Automóvil Club Vasco Navarro, que asegura que esos fallos de seguridad «son más teóricos que prácticos. Si el tipo que volcó el Mercedes hubiera hecho eso en una carretera, tendrían que haberle quitado el carné». Si no es para tanto, ¿por qué el mundo se ha lanzado al cuello de Toyota? Murguía está «convencido» de que detrás del revuelo hay «una maniobra orquestada, un montaje». En su opinión, tiene que ver con los intereses de los fabricantes americanos y posiblemente, de la industria petrolífera a la que molestan los híbridos de los japoneses. De ser así, han conseguido su objetivo. En su viaje por el camino de la vergüenza, Toyoda ha visto caer las acciones de su empresa. El asunto le ha costado un 5,3% en la cotización en Wall Street. Pero de eso no hablará hoy en Washington.