Ciudadanos

Se hacían pasar por periodistas para no pagar alquileres y restaurantes

Entregaban tarjetas de visitas falsas de una importante agencia de información para ganarse la confianza de sus acreedores

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Para ganarse la confianza de los acreedores, se hacían pasar por dos periodistas de una importante agencia de información. Pero en realidad, no eran más que una pareja de estafadores con una larga trayectoria de delitos a sus espaldas. Ella, una cordobesa de 49 años llamada M. I. D. G., contaba con una requisitoria judicial para averiguar su paradero; y él, un barcelonés de 47 años identificado como J. C. P. R., contaba con un amplio historial de delitos y se encontraba en busca y captura por orden de un juez de Gerona, por lo que se cambió el nombre por el de C. S. S.

Seis domicilios en dos meses

Con esta identidad falsa, la pareja recorrió media España dejando tras de sí un reguero de deudas económicas, creyendo no dejar rastro. Pero se equivocaba. La Guardia Civil los detuvo la pasada semana en El Puerto, tras rastrear sus andanzas en la provincia de Cádiz durante un mes.

Los dos vivían en una huida perpetua, cambiando cada diez días de ciudad y de casas. De hecho, en dos meses se mudaron hasta en seis ocasiones, pasando por Guadiaro, la localidad malagueña de Manilva y finalmente por El Puerto. Sin embargo, en ese periplo, la pareja nunca abandonó a sus dos mascotas: un loro y un perro, que para su desgracia se convirtieron en una pista para la Guardia Civil en el seguimiento de sus pasos, ya que siempre se mudaban cerca de clínicas veterinarias que resultaron esenciales en las pesquisas.

Aparte de los animales, los guardias civiles también siguieron su 'modus operandi' por la provincia: al llegar a una ciudad, la pareja contrataba tarjetas de visitas en las que aparecía como periodistas o como fotógrafos profesionales -aunque sólo se quedaban con las muestras de imprenta, para no pagar las demás-. Las tarjetas les servían como aval de su solvencia ante sus caseros, y con ellas convencían supuestamente a los dueños de diversos restaurantes para que les cobrasen sus almuerzos a finales de mes. A los quince días, sin embargo, aquellos periodistas se esfumaban misteriosamente.

Además de estas supuestas estafas, la Guardia Civil también les imputa un delito de hurto. No en vano, la investigación de los agentes comenzó con el robo de un ordenador portátil en una tienda, que también se achaca a esta pareja.