
Madeira, un paraíso bajo las aguas
Las inundaciones causan la muerte de 42 personas, mientras las autoridades se vuelcan en la reconstrucción de la isla
Actualizado: GuardarEl paraíso se convirtió en un infierno en cuestión de horas. Hacía más de 40 años que en el archipiélago luso de Madeira no llovía con tanta intensidad como el sábado. Y esas lluvias se han cobrado la vida de 42 personas, han causado más de 120 heridos y han obligado a desalojar de sus casas a unas 250 personas.
«Lo peor ya ha pasado», han informado los servicios meteorológicos portugueses, pero la situación sigue siendo complicada, sobre todo, en la zona sur de la isla de Madeira que ha sido la más afectada. El amanecer del domingo, cuando dejó de llover, descubrió a los madeirenses la imagen de la desolación. Deslizamientos de tierra, carreteras y puentes destruidos, techos arrancados, cortes de electricidad y de teléfono y casas en las que el lodo alcanzaba la primera planta son algunas de las consecuencias que las inundaciones han dejado en Funchal, la capital de Madeira. Incluso el aeropuerto había tenido que permanecer cerrado hasta ayer por la mañana. Aunque el problema más grave es la falta de agua potable porque los servicios de abastecimiento han quedado destruidos.
Entre las zonas más afectadas se encuentran los municipios de Ribeira Brava y Santo Antonio, mientras que pequeñas localidades de la parte sur de la isla permanecían ayer aisladas.
Pero, sin duda, lo que más duele es la pérdida de vidas humanas. Sólo en la capital se encontraron 17 cadáveres y «es muy probable que hallemos más bajo las casas y vehículos sepultados bajo el fango», aseguró Miguel Alburquerque, alcalde de la ciudad. Aunque ahora, «la prioridad son los vivos», manifestó el presidente de la región autónoma de Madeira, Alberto Joao Jardim.
Ayuda para la reconstrucción
El Gobierno portugués movilizó el mismo sábado sus efectivos para comenzar cuanto antes con las búsqueda de supervivientes. La ayuda llegó encabezada por una fragata militar equipada con helicópteros, un equipo médico y diverso material de rescate. Y ayer se esperaba en la capital la llegada de submarinistas, efectivos de la Guardia Nacional republicana con perros adiestrados en la búsqueda de víctimas, refuerzos con 36 bomberos y protección civil desde Lisboa y miembros del Instituto de Medicina Legal «para realizar lo antes posible las autopsias», según explicó el ministro del Interior portugués, Rui Pereira.
Mientras tanto, las Fuerzas Armadas lusas, con dos equipos de remolque de escombros, dos de transporte y otro de especialistas en puentes, comenzaron a preparar viaductos para rehabilitar varias carreteras y el operador Portugal Telecom anunció el envío urgente de 400 kilos de material para restablecer las comunicaciones.
La ayuda también llega de fuera de las fronteras portuguesas. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció la «disponibilidad» del Ejecutivo europeo en lo que definió como una «terrible catástrofe». El Gobierno español y el canario también brindaron su mano a Madeira. José Luis Rodríguez Zapatero, ofreció al país luso «toda la ayuda de España para socorrer a las víctimas y devolver la normalidad a la isla», mientras que el Ejecutivo canario comunicó al de Madeira «su disponibilidad para el envío inmediato de equipos de emergencia».
Pero la ayuda no sólo llega de las altas instituciones. Los propios vecinos de Funchal, personas anónimas que también se han visto afectadas por las inundaciones, han querido ayudar a los que lo han perdido todo, o casi todo. «Hay gente que se ha puesto a cocinar para los demás y otros les han prestado su ropa», relató un vecino. Otros madeirenses no tan anónimos como el futbolista Cristiano Ronaldo, también mostraron su intención de ayudar. «Quiero expresar mi disposición para, en la medida que me sea posible, ayudar a minimizar y superar cuanto antes los efectos de esta gran tragedia», señaló la estrella del Real Madrid.
A la vez que él hacía estas declaraciones, aterrizaba en Gran Canaria un avión con 40 personas a bordo que se encontraban en Funchal desde el jueves por la cancelación de su viaje a causa del temporal.