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Rajoy gesticula durante su mitin de ayer en Santander. :: EFE
ESPAÑA

«Zapatero quiere que nos callemos»

El líder del PP cree que el jefe del Ejecutivo «atacó» en Londres a los mismos a los que Salgado intentó convencer Rajoy acusa al presidente de ofrecer un pacto para ganar tiempo

ANTONIO MONTILLA
SANTANDER.Actualizado:

Los inescrutables caminos de la política suelen coronarse con giros inverosímiles, pero el posible consenso en materia económica entre el Gobierno y el PP roza ya el ámbito de lo utópico. Mariano Rajoy advirtió ayer a José Luis Rodríguez Zapatero de que no piensa caer en ninguna trampa. El líder del PP sospecha que la propuesta de acuerdo incluye una letra pequeña con la que él no piensa comulgar. «Nos pide a los demás que nos callemos», acotó. Rajoy insistió en mostrar a un Zapatero errático, sin rumbo y que huye de sus responsabilidades.

El dirigente popular, durante la clausura de la convención de su partido en Cantabria, se mantuvo firme en la postura que defendió el pasado miércoles, en la comparecencia en el Congreso de Rodríguez Zapatero: si el Gobierno quiere el auxilio del PP, deberá rectificar su política económica. «No podemos apoyar lo que sabemos que es malo para España», argumentó.

Rajoy dijo estar convencido de que Zapatero no va a cambiar nada y que se limitará a esperar que escampe. Una asistente al mitin le gritó «Zapatero no sabe lo que hay que hacer», lo que le sirvió a Rajoy para, de una forma un tanto enrevesada, apuntar: «Este hombre -en alusión al presidente del Gobierno- no está dispuesto a hacer lo que no sabe que hay que hacer».

El PP quiere poner en evidencia el galimatías que es hoy, a su juicio, la política económica del Ejecutivo. La última muestra de la «improvisación y la contradicción» que rige la acción del Gobierno la sitúan en la comparecencia que realizó Zapatero el viernes en Londres, tras entrevistarse con Gordon Brown. Rajoy acusó al mandatario español de «desautorizar» a los responsables del Ministerio que encabeza Elena Salgado, que este mismo mes acudió de forma «precipitada» a explicar en Londres, París y Washington que la economía española «va bien». «Y ahora -abundó- ataca a los mismos a los que su equipo económico fue a tranquilizar». Rajoy recomendó a Zapatero que en vez de arremeter contra inversores y analistas, «ataque» la crisis, el desempleo y el déficit público. El líder del PP concluyó la semana con el mismo mensaje que mantiene desde que se creó el 'triunvirato' interministerial que se sentará en la mesa de negociación: o lo toma o lo deja.

Exigencias populares

Eso es lo que vino a decir ayer Rajoy. Que sólo secundarán el pacto anticrisis si se recogen las principales exigencias populares: bajada de impuestos, sobre todo IRPF e IVA; reducción del gasto y de la deuda; reorganización del sistema financiero para que el crédito llegue a pymes y familias; una reforma laboral con un nuevo modelo de contrato que incluya indemnizaciones vinculadas a los años de permanencia en la empresa; y la reducción del 25% de altos cargos en la Administración pública. En cuanto a la reforma del sistema de pensiones, no dijo ni que lo consideraba una prioridad ni lo contrario, pero demandó al presidente que vaya al Pacto de Toledo y lo explique, porque «hay pensionistas que por primera vez han recibido en la nómina de enero menos dinero que el año anterior», un comentario que le proporcionó una gran ovación del millar de asistentes al acto, principalmente mayores.

El líder popular enfatizó que a él, de momento, nadie le ha llamado. No obstante, evidenció que tampoco lo considera muy importante: «Si no rectifican, que nos dejen en paz y que gobiernen, que ésa es su obligación». Aprovechó para mandarle un mensaje a José Blanco, aunque no lo nombró de forma explícita. «No puede ser que la misma persona que nos pide que acudamos a la comisión, esté insultando todos los días al presidente del PP», comentó. Rajoy porfió que su partido sí tiene una alternativa económica y que, además, la han presentado en el Congreso. Una de estas demandas es modificar la ley de estabilidad presupuestaria para exigir a las autonomías un plan de austeridad que conlleve un techo máximo de endeudamiento.