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El trabajador del prostíbulo pidió la libertad de sus compañeros ante los juzgados. :: FRANCIS JIMÉNEZ
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«No se abusaba de las mujeres en el club, ni se les obligaba a nada»

Apenas llevaba cuatro meses en el burdel cuando lo detuvieron, y ayer fue el primero de los imputados en ser liberado José Espadas Recepcionista y camarero del hotel Fontana de Los Barrios

MIGUEL D. GARCÍA
CÁDIZ.Actualizado:

José Espadas (40 años) dice que los últimos cuatro días han sido una «pesadilla». Él es pintor de profesión, pero desde noviembre trabajaba como camarero en un burdel de Los Barrios, porque con la crisis de la construcción llevaba más de un año en paro. Ayer a la puerta de los juzgados de Chiclana aún llevaba su uniforme de trabajo: pantalones de pinza y camisa verde, con el logotipo de La Fontana, uno de los seis prostíbulos de Hoteles Galantería. Llevaba cuatro días con la misma ropa, desde que lo detuvo la Guardia Civil durante la redada de la 'operación Toscana', imputado como un miembro de una red de explotación sexual a las órdenes de la familia Galán. José, en cambio, asegura que sólo entregaba las llaves de las habitaciones, pues hacía unos días había logrado un puesto como recepcionista. El ascenso estaba envenenado ya que fue incluido entre los sospechosos de retirar sus ganancias a las prostitutas. El jueves, fue el primero en declarar ante el juez, y ayer, el primero en ser puesto en libertad.

-¿Cómo han pasado estos tres días y medio en los calabozos?

-Ha sido una pesadilla; nos acusaban de maltratar a las prostitutas, pero a nosotros nos han tratado como a perros. Teníamos una manta y un colchón de espuma para tres o cuatro, y en el juzgado estábamos todo el día sentados. Además no nos han permitido asearnos para nada, yo sigo con la misma ropa con la que salí el martes de mi casa. Tampoco hemos comido bien. Nos traían un bocadillo de salchichón para almorzar y otro de chorizo por la noche, con sólo dos rodajitas y una botella pequeña de agua. Lo único caliente que tomábamos era un café. Yo fumo y el primer cigarro me lo han dado el último día.

-¿Pudo llamar a su familia?

-¿Llamadas? me dijeron que eso era de las películas. Les di un número de teléfono y llamaron ellos. Mi madre estaba intranquila, porque el día de la detención le dije que me iba a casa.

-¿Cuál era su trabajo en el club de alterne?

-Entré como camarero en La Fontana en noviembre, pero pedí ser recepcionista, porque pagaban más y había que estar menos horas de pie. Llevaba sólo un par de semanas en la recepción el día de la detención; los otros camareros se fueron esa noche. No he hecho nada malo, sólo buscarme las habichuelas con algo que no es lo mío, porque soy pintor.

-¿Cobrabas tú por los servicios de las prostitutas?

-No. Aquello funcionaba como un hotel. Los clientes me pagaban 25 euros en los dos primeros pases y el precio de las sábanas. Las chicas que no trabajaban no pagaban las habitaciones, podían estar varios días viviendo gratis.

-¿Qué le ha preguntado el juez?

-Fui el primero en declarar el jueves, no más de diez minutos. Me preguntaban si alguien maltrataba a las chicas, si se les forzaba a estar allí o si se vendía droga. Yo les dije que la droga que veía es la que sirvo, alcohol y tabaco, y es legal. Nadie abusaba de las mujeres en el club, ni les obligaban a nada.

-¿Se les imponía una dieta?

-En absoluto, las chicas tenían de todo. Había neveras de ensaladas, carne y pollo todos los días, pan caliente y todo para el desayuno. Además, el comedor era un bufé, así que podían repetir varias veces. Me preguntaba uno si aquello era una ONG. No, pero lo que digo es sólo la verdad.

-¿Crees que se han equivocado contigo?

-Estoy convencido; y pienso que hasta ellos creen que estaban equivocados. Cuando llegué al cuartel de Cádiz algunos guardias civiles me preguntaban qué hacía yo allí.

-Ahora que te han dejado libre, ¿estás más tranquilo?

-Estoy más nervioso que antes. No tengo ganas ni de comer. Lo que me apetece es marcharme a casa, tomármelo con calma e intentar olvidarlo todo.

-¿Volverías al club a trabajar ?

-Me lo he pensado, porque no he hecho nada malo. Pero me quedaría como camarero. Dicen que dentro de un mes podría estar abierto.