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Dick Cheney, precedido por su hermana Liz, saluda tras su comparecencia en la Conferencia de Acción Política Conservadora. :: AP
MUNDO

Los republicanos se embriagan de euforia

La perspectiva de un descalabro demócrata en las legislativas les lleva a augurar un solo mandato para Obama

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Desde que se fundó en tiempos de Richard Nixon la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) ha sido un remanso del pensamiento derechista que se nutre con los grandes estadistas del Partido Republicano y las mejores promesas, pero este año la euforia de poder desbancar a los demócratas en las elecciones legislativas ha convertido la cita en «nuestro Woodstock», proclamó Jason Mattera.

El autor de 'Obama Zombies: Cómo la Maquinaria Liberal le ha Lavado el Cerebro a Mi Generación' es una de las jóvenes estrellas del partido que tiene como misión recuperar a los menores de 30 años para las filas conservadoras, salpimentando el odio hacia Obama y el desprecio liberal con un poco de irreverencia. Sí, un Woodstock, por el júbilo histórico de quienes creen que la mayor crisis económica desde la Gran Depresión, el gasto excepcional que ha hecho el gobierno demócrata para paliarlo, y la presencia de un negro en la Casa Blanca son condiciones inmejorables para que el Partido Republicano recupere el Congreso en noviembre.

Sólo que a diferencia de los hippys del mítico festival, «nuestras mujeres son preciosas, capaces de hablar con frases completas y nuestra noción de libertad no consiste en esnifar cocaína, que ciertamente es algo que nos separa de Barack Obama», atacó el portavoz de Young America Foundation.

No faltaban pesos pesados: por el megahotel de Washington cayeron por sorpresa figuras legendarias como el ex vicepresidente Dick Cheney, recibido por el público al grito de «run, Cheney, run», que un español sin ritmo significa «preséntate a la presidencia, Cheney, preséntate». El 'Darth Vader' de los republicanos les prometió emocionado y con una sonrisa socarrona que Obama sólo tendrá un mandato, lo que escuchaba con satisfacción el mormón Mitt Romney, que desde que se rindió ante la victoria de John McCain en las anteriores elecciones prepara su candidatura para las siguientes.

Fue precisamente en ese foro, del que siempre ha sido favorito, donde Romney anunció su retirada ante uno de esos conservadores que ahora llaman con desprecio «republicanos de nombre», porque los aires políticos y económicos han traído la radicalización.

Que se lo digan si no a Charlie Crist, el popular gobernador de Florida cuyo apoyo dio la victoria a McCain en las reñidas primarias del partido. Un año después se encuentra con que un joven de 38 años recién llegado a la política y sin más padrinos que el 'Tea Party' -y toda la comunidad cubanoamericana- le lleva ventaja en las encuestas para la nominación al Senado.

Como una estrella de rock

El debut nacional de Marco Rubio en la CPAC fue como el de una estrella de rock, con gente durmiendo en los pasillos del hotel para no perderse su discurso y mujeres bañadas en lágrimas que ya sueñan con verle convertido en presidente. El delfín republicano les recompensó con una apasionada dosis de patriotismo en superlativo, animado por esas historias de emigrantes y hombres hechos a sí mismo que tanto gustan en Estados Unidos, y coronada por un sincero desdén socialista, que es como se tachan las políticas de Obama en la extrema derecha.

«Veis, no nací en una familia rica o con conexiones, y aún así nunca me sentí limitado por las circunstancias de mi nacimiento: he podido cumplir todo lo que mi abuelo no pudo. ¿Y sabéis por qué? Porque tengo el privilegio de ser ciudadanos de la sociedad más grande en la historia de la civilización. Nunca ha habido una nación como EE UU, jamás».

Rubio prometió que de resultar elegido votará para hacer «lo que haga falta» hasta acabar con el terrorismo islámico, «castigar a sus aliados como Irán» y juzgar a los sospechosos «en tribunales militares, no en un juzgado civil de Manahattan». El perfecto credo conservador.