Numerosos periodistas se dieron cita en la jornada de ayer en las puertas de los juzgados de Chiclana. :: ÓSCAR CHAMORRO
Jerez

Carne de exclusiva a la puerta del juzgado

La negociación de entrevistas a golpe de talonario con las prostitutas se realizaba ayer ante la vista de todos La vinculación de los Galán con Ortega Cano atrae a una marabunta de medios del corazón

JEREZ. Actualizado: Guardar
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«Sí, sí ella está dispuesta a hablar si le pagáis». Mientras en los juzgados de Chiclana un grupo de prostitutas declaraban ante el juez instructor, fuera se mercadeaba con el testimonio de otras tantas. La negociadora abría y cerraba su móvil para captar la atención de un conocido periodista del corazón, que minutos antes trataba de buscarse un buen contacto entre los funcionarios del edificio judicial chiclanero. Su rostro, reconocido por todos, le servía de tarjeta de visita perfecta para llegar a una historia, para la que estaba dispuesta a pagar; un sistema de trabajo ya generalizado en ese tipo de prensa.

Su interlocutora había estado llorando a la llegada de los 15 detenidos en el autobús de la Guardia Civil. Desde arriba -los sospechosos fueron introducidos por el aparcamiento del edificio- se agarraba a un amigo y clamaba ante la vista de un nutrido grupo de periodistas por la inocencia de su marido: uno de los encargados de los burdeles de la familia Galán que había sido apresados por supuesta explotación sexual. Pasado el berrinche, se metió en una cafetería próxima tras dejar a un lado, al más puro estilo Esteban, a un insistente informador, que alcachofa en mano, buscaba la reacción de alguien que había dejado claro que pertenece al entorno de la red investigada. El gesto de ese periodista, también del colorín, fue seguido por otros tantos ansiosos de rescatar algo interesante de una jornada que sería muy larga.

Ya en la cafetería y flanqueada por dos amigos, esta mujer de origen sudamericano comenzó a recibir las visitas de periodistas interesados en recoger algún testimonio. Terminó haciendo negocio con ese rostro conocido de la televisión, con el que le concertó una cita cerca de la playa de la Puntilla, en El Puerto, con una de las chicas. «Ellas quieren hablar para desmentir todo lo que se está diciendo. No estaban retenidas ni obligadas a hacer nada. Tenían su sueldo y la libertad de hacer lo que quisieran. Alguna trató de escaparse por la ventana cuando vio aparecer la Guardia Civil porque no querían tener problemas». Durante la conversación que mantuvo con ese informador y un compañero de cadena, aunque de otro programa, contó también con la versión de lo que fue el registro de su vivienda: una de las siete que fueron inspeccionadas por la Guardia Civil durante la larga redada de la madrugada del jueves. Pero su discurso era interrumpido constantemente por llamadas de 'chicas', como ella las llamaba, que también estaban siendo contactadas por otros medios.

Más discretos

La actitud de esta mujer nada tenía que ver con la mostrada por la familia más cercana de los Galán, entre ellos, la única hermana de Rocío, que ha salido impune de la operación. Esquiva ante los objetivos, fue tan discreta que pasó desapercibida para los periodistas que acababan de refugiarse en un galería próxima a los juzgados del fuerte aguacero, con granizo incluido, que caía en Chiclana.

La 'operación Toscana' está marcada, como ocurriera con el 'caso Karlos', por la implicación de famosos, que provoca de inmediato la atención de una prensa especializada en ahondar en la vida de la gente popular. Si la trama desmantelada no hubiera llevado aparejado ningún apellido 'rosa', tan sólo unos pocos medios locales y regionales hubieran cubierto esta historia, la cual sólo habría arañado unos cuantos segundos en los informativos nacionales.

Sin embargo desde que se conoció el arresto de Rocío Galán y su familia, el revuelo mediático ha sido similar al que se produjo en los aledaños de los juzgados de Jerez cuando pasó a disposición judicial María José Campanario. Los periodistas del 'cuore', esta vez, han fijado su objetivo en esta mujer, que dejó de ser alguien anónimo en septiembre del año pasado, cuando fue fotografiada cogida de la mano del diestro Ortega Cano.