Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Artículos

Diez decepciones

Es una desgracia ver que las expectativas electorales están por encima del interés general

FÉLIX MADERO
Actualizado:

Primera. Nunca como ayer estuvieron tan lejos Zapatero y Rajoy. Un debate planteado para llegar acuerdos evidenció lo que separa a estos dos dirigentes en un momento tan delicado para la España. Se superaron, aunque la responsabilidad de gobernar sólo la tiene Zapatero. ¿Hay que recordarlo?

Segunda. Zapatero pidió acuerdos, pero negó la mayor: su discurso fue un elogio de su gestión. Le faltó humildad, tanta como claridad. Hace unas semanas dijo que podía llegar a acuerdos con el PP, pero que en materia económica apelaba a su ideología socialista, y ahí era imposible el pacto. Con esta premisa podríamos habernos ahorrado el debate.

Tercera. Rajoy hizo bien exigiendo un cambio de rumbo en el PSOE. Pero no deja de ser un brindis al sol creer que buscarán un recambio a Zapatero. Por pedir que no quede, pero planteamientos así no son serios, ni posibles, ni convenientes.

Cuarta. Rajoy pide a Zapatero que renuncie, pero no entra en un terreno resbaladizo que bien le valdría para concretar su posición: la convocatoria de elecciones anticipadas.

Quinta. Zapatero es un líder cansado. Él, como me cuentan, puede sentirse fuerte y animoso. El problema no es cómo se encuentre, sino cómo lo vemos o cómo creemos que está. Llega un momento en que uno ya no es responsable de su propia imagen: haga lo que haga, es lo que los demás dicen que es. Para llegar a eso hay que perseverar y Zapatero, a base de conjugar inconsistencias, rectificaciones e incoherencias, se ha esmerado con provecho. Así lo veo: Cansado, espeso, recurrente, enredado en cifras y porcentajes. Y lo que es peor: prescindible.

Sexta. El presidente no dijo nada nuevo ayer. No transmite credibilidad. Sin confianza no se puede gobernar. Sin nuevos argumentos tampoco.

Séptima. Rajoy lo tuvo fácil. La relación de errores cometidos en los últimos quince días es ya argumento para esbozar un discurso audaz y contundente. El de Rajoy lo fue, pero supo a poco. Rajoy es un diestro que tras una brillante faena falla con la espada. Resultado: ovación y vuelta al ruedo. Para cortar orejas hay que arriesgar más.

Octava. La tesis de que el PP no arrima el hombro es sólo para consumo interno, muy interno, del PSOE. En este momento una apreciación así no tiene un pase, o si lo tiene no va más allá del mitin o del acérrimo simpatizante.

Novena. Nadie olvide que Rajoy ha pedido hasta seis veces, seis, un acuerdo con Zapatero. Fracasó siempre. Ahora es Zapatero el que fracasa. Le quedan cinco más.

Y décima. Es una desgracia para este país confirmar que las expectativas electorales están por encima del interés general. En esto perdió Zapatero. En esto perdió Rajoy. Y hoy perdemos todos.