Ni una mención al Rey
Algunos diputados reclamaron un mapa para no perderse en el laberinto de mesas de negociación que se han abierto
Actualizado:Las ojeras de José Luis Rodríguez Zapatero delatan un cansancio que va más allá de las cuatro horas de comparecencia que tuvo que afrontar. Alejado el riesgo de zozobra, el mandatario recibió la ovación de la bancada socialista, que, durante su primera intervención, le interrumpió en 11 ocasiones con sus aplausos. La bancada del PP mimó más a su líder, vitorearon a Mariano Rajoy hasta en 23 veces.
La intrahistoria de la comparecencia tiene otros frentes que van más allá del ¿quién ha ganado el debate? ¿la credibilidad de Zapatero sale reforzada o debilitada? ¿Rajoy deja escapar una vez más 'vivo' a Zapatero? Uno de los frentes está en el pasillo del palacio. Hace apenas dos años, la misma moqueta no podría haber sido testigo de la siguiente declaración: «Estoy orgullosa como española y militante del PP del discurso de Mariano Rajoy». Lo extraño no es el contenido de la frase, sino su autora, Esperanza Aguirre.
Durante la mañana surgen otras dudas, si se quiere más triviales: quién elige las corbatas a Rosa Díez; qué motiva a Joan Ridao, portavoz de ERC, a comparar a Zapatero con 'Pocoyo'; por qué Ángel Acebes se ha pasado media sesión con los brazos cruzados o cómo es posible que el ministro Miguel Sebastián, miembro de la nueva comisión anticrisis anunciada por Zapatero, conociera su tarea poco antes del debate.
Un hecho evidente es que ni Zapatero ni Rajoy mencionaron la ronda de contactos con los agentes sociales que inició hace unos meses el Rey. La labor de mediación del monarca levantó suspicacias, tal vez ahí radique la razón del olvido.
El mencionado pasillo se suele convertir, en fechas tan señaladas, en una autopista de la información o, al menos, de la valoración. Durante los días previos al debate se barruntó la posibilidad de que alguno de los oradores sacase 'un conejo de la chistera'. La única que ayer mencionó a un mamífero fue Soraya Sáenz de Santamaría. La portavoz del PP comparó los anuncios de Zapatero con una «liebre despeluchada».
Al final de todo pasillo que se precie suele nacer un patio. El del Congreso es el último refugio para esa especie en vías de extinción que son los fumadores, pero también lugar preferente de confesiones. «Vacuo». De esta forma tan rotunda calificó el popular Jorge Moragas el discurso de Zapatero. En ese mismo lugar, y desafiando al fresco mañanero, el socialista Eduardo Madina, tildó de «ridícula» la propuesta de Rajoy para que los propios diputados del PSOE propiciasen el relevo de Zapatero. «Y a quién ponemos a Rajoy, Aguirre o a Montoro», ironizaba el secretario general del grupo socialista.
En lo que sí coincidieron muchos en señalar la compleja red de mesas de negociación abierta en este momento en busca de pactos. El consenso se lucha en: Pacto de Toledo, Mesa de Diálogo Social, Pacto por la Educación, ronda abierta por el Grupo Socialista sobre política económica y, desde hoy, la comisión interministerial a la que ha encomendado Zapatero cerrar un acuerdo con la oposición en dos meses.
Si esto sigue así, sus señorías corren el riesgo de acabar repitiendo aquel diálogo que hicieron famosos los hermanos Marx en una de sus películas: «Haga el favor de poner atención en la primera cláusula porque es muy importante. Dice que. la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?»