Sistemas de seguridad afectados por los recortes presupuestarios
BRUSELAS.Actualizado:De sus épocas de esplendor y riqueza, Bélgica guarda una extraordinaria red ferroviaria de casi 3.600 kilómetros, que une todos los recovecos del país y que le facilita una comunicación terrestre fluida y eficaz con toda Europa. Sin embargo, los recortes presupuestarios de los últimos años y, sobre todo, el orden de prioridades, con la gran preponderancia dada a las inversiones en la red de alta velocidad, han relegado a la modernización de los ferrocarriles de cercanías a un segundo término, y sus condiciones dejan bastante que desear.
Infrabel, la empresa que gestiona la infraestructura ferroviaria de Bélgica, admitía ayer que la línea Hal-Quiévrain, donde tuvo lugar el accidente, dispone de un dispositivo de seguridad que paraliza los trenes cuando los semáforos están en rojo. Pero no todos los convoyes reconocen esas señales y, hoy por hoy, sólo una cuarta parte de los 9.000 semáforos que equipan el tendido belga tienen en cuentan con esta seguridad. La SNCB pretende ampliar este año al 40% los dispositivos equipados con el sistema y concluir la operación en 2012, pero ello no hará que las unidades ferroviarias más antiguas, como las implicadas en el accidente de ayer, respondan a la señal de frenado automático porque no disponen de capacidad para interpretarla.
La ocupación de Bruselas por masas de funcionarios y empleados de multinacionales ha proyectado los precios de la vivienda, en compra o alquiler, muy por encima de las posibilidades de los belgas, buena parte de los cuales han tenido que buscar acomodo en el extrarradio. De ahí los enormes atascos que sufren todas las mañanas los accesos a la capital, que las autoridades quieren salvar con un RER (un metro de cercanías) que se está construyendo con enorme retraso sobre los plazos previstos.