Los locales de La Punta comenzaron a cerrar antes de las nueve. :: ANTONIO VÁZQUEZ
Ciudadanos

UNA NOCHE EN IMÁGENES

«Aviso de reyerta en San Juan de Dios»

Los incidentes descendieron pero el botellón volvió a poner en riesgo la fiesta Más de una decena de peleas empañaron una noche menos peligrosa que la de 2009

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La noche comenzó con un café calentito en el bar de siempre, justo al lado de Comisaría donde la Policía se encomienda a sus santos por una noche sin excesos. Los grupos de visitantes que caminaban por la avenida en dirección al casco antiguo hacían presagiar mucho menos público que en 2009, cuando la noche se tornó en pesadilla en una ciudad desbordada por los incidentes y la masiva afluencia. Aunque era aún pronto (00.30 horas) para los vaticinios.

Los fieles del botellón que han conseguido cambiar el color de esta fiesta ya se habían hecho fuerte en sus puntos de encuentro, lejos de los pitos y las cajas. Dícese de Plaza Mina, Plaza de España, San Juan de Dios y los aledaños de la estación de Renfe. Y es que hay quien viaja a Cádiz en Carnaval para quedarse a pocos metros de la entrada de los andenes. Eso sí, bien aprovisionados de alcohol.

Los policías especializados en controlar altercados públicos de la UPR de Cádiz y de la UIP de Sevilla (más de ochenta) se repartieron los puntos calientes para que al menos su presencia intimidara a otra especie que se hace muy visible el primer sábado carnavalero: los lanzadores de botellas. Este año fueron menos y eso se notó en el parte de incidencias. Pero hubo y como las meigas.

Primera parada en San Juan De Dios (01.00 horas). Cinco hombres se bajan del furgón. Su indicativo que les identifica por la radio-patrulla es Zodiaco 11. Ante sí tienen a una muchedumbre joven que cerca de la 1 de la madrugada había cubierto el suelo de una manta de bolsas de hielos, refrescos y licores. El olor comienza a ser pestilente, fruto del imposible maridaje entre los desperdicios, los orines y los humos que salían de los tenderetes de comida rápida. «Sí que hay mucha menos gente. El año pasado no pasábamos del Burger King», dice uno de los agentes. Cierto, esta vez los furgones pudieron llegar a pocos metros de la plaza.

A esa hora ya se había producido una pelea con tres heridos al otro lado de la ciudad (Glorieta Ingeniero de la Cierva) y la detención de un hombre de 45 años -D. R. U.- por supuesta agresión a su pareja en su piso de la calle Cruz. La víctima fue trasladada al hospital con una hemorragia en la cabeza. Un suceso que nada tiene que ver con los excesos de la noche, pero que evidencian que los malos tratos tampoco respetan el Carnaval.

Agresores disfrazados

«Aviso de reyerta detrás de la plaza de la Catedral. Informan que hay una persona herida». La voz metálica que se escucha por la radio guía los movimientos del grupo que de inmediato se sube de nuevo al furgón para coger camino por el Campo del Sur. Al llegar ven a un joven de apenas 20 años, que no se podía tener en pie y que responde con un vómito incontrolado a las primeras preguntas de los agentes. Un amigo que lo sostiene relata que habían sido agredidos por unos desconocidos que «iban disfrazados de jugadores de rugby». Con esos mimbres, es complicado encontrar a alguien entre los muchos visitantes que optaron por ese tipo. El herido tiene lesiones en la cara y es recogido por una ambulancia.

Frustrada, la Policía repitió una y otra vez esta asistencia sin poder encontrar a los culpables de 14 reyertas que fueron avisadas a las autoridades. En esta estadística no se computan las peleas que no trascienden porque nadie llama por teléfono. Pese a este dato, que para algunos son incidencias no destacables, son la muestra que el botellón consentido, pero perseguido el resto del año en las calles, es un peligro que corre la ciudad todos los sábados de Carnaval. Al haber mucha menos gente, las incidencias también descendieron. Pero decenas de jóvenes fueron atendidos por heridas abiertas por el impacto de botellas. Los casos más graves se vieron entre las 3.00 y las 4.30 horas. Un joven, que presentaba síntomas de haber consumido droga, tenía seccionada parte de la oreja cuando fue socorrido en San Juan de Dios. Poco después, la voz metálica volvía a avisar de otra pelea junto a la plaza de España. Esta vez la peor parte se la llevó un joven de 24 años que semiinconsciente no podía abrir los ojos. Ese fue un momento crítico para los servicios sanitarios y Protección Civil que llegaron a estar desbordados por avisos que se sucedían. Más de 20 minutos tardó en llegar una ambulancia para recoger a este caído en una guerra, que se le supone nada bélica.

La noche se agotó entre la estación de Renfe, donde no se repitieron la escenas de embotellamiento del año pasado y el acceso fue más ordenado, y La Punta, donde a las 08.30 horas ya había cerrado la mayoría de los locales. Sólo tres quisieron agotar hasta el último minuto para desesperación de la Policía que no entiende por qué se prolonga el riesgo de ampliar el horario de estos bares hasta las nueve. Ésta vez superaron la prueba.