La gorra de Mintz, un símbolo de Casas Viejas que se ha convertido en premio
BENALUP. Actualizado: Guardar«Estoy segura de que mi padre se sentiría orgulloso de saber que sus palabras y sus imágenes han calado tan profundamente en la vida del pueblo. Es curioso que él mismo haya pasado a ser parte de lo que en su momento fue su propio objeto de estudio», confiesa Carla Mintz.
La hija del investigador ha regresado a Casas Viejas para recibir el homenaje de sus vecinos. Esa gorra de jornalero que su padre lució con orgullo en el campus de la Universidad de Indiana se ha convertido en un símbolo. Ahora, explica Salustiano Gutiérrez, uno de los investigadores herederos de su legado, «hemos querido que sea un premio con el que la sociedad civil de Benalup agradece sus esfuerzos a cualquiera que luche contra el olvido y trabaje activamente por su desarrollo».
Carla lo recogió durante una gala en la que las agrupaciones de Carnaval le rindieron un emotivo recuerdo. La Memoria del Americano, una de las murgas del pueblo, firma un repertorio basado en las experiencias que el antropólogo vivió en Benalup durante los años sesenta y setenta.
«En eso, Mintz también fue un visionario. Donde otros no veían más que una fiesta, él supo distinguir la importancia extrema de una forma de expresión colectiva con una clara dimensión antropológica. De ahí que recopilara letrillas e hiciera grabaciones del Carnaval del pueblo».
Carla regresará pronto a Indiana. Allí vive en una casa en las afueras, a menos de dos horas de su madre. No tiene las paredes encaladas ni un limonero en el patio, pero es la suya. «Siempre estoy pensando en volver. Me siento cómoda con la gente del pueblo, como una más. Sé que se lo debo a mi padre, a su don de gentes, a su amabilidad y a su sencillez...».