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En las primeras horas de la tarde, el ambiente era de lo más sano; las familias se mezclaban con los grupos de amigos llegados desde la provincia y la propia capital. :: ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

Doce horas que gestaron la gran invasión nocturna

Muchos jóvenes adelantaron la hora de regreso para evitar la madrugada, el tramo más conflictivo El incidente más grave fue la caída de una ventana en la Segunda Aguada, que provocó cinco heridos

J. CAÑAS / J. LANDI / M. CABALLERO
CÁDIZ.Actualizado:

La fiesta mayor de Cádiz debe de ser de las pocas en el mundo que comienza con resaca. Una de sus peculiaridades consiste en que tiene prólogo. Cuando aún la normalidad preside las calles, los gaditanos, residentes y adeptos al Carnaval, en general, ya han celebrado un ritual de vísperas. Es la Gran Final del Falla, reconvertida por cuestiones tecnológicas en una gran cita doméstica en la que, al puro estilo de los acontecimientos deportivos, no faltan expectativas, nervios, encuentros, comida y bebida.

Sólo unos pocos cientos de osados salieron a la calle en la noche del viernes para llenar los alrededores del coliseo neomudéjar con algún amago de disfraz y juerga. El resto, de fiesta emparedada.

Esta circunstancia hace que la mañana del sábado, la primera gran jornada de gigantescas concentraciones humanas en las calles, amanezca silenciosa y remolona.

Los lugareños se despiertan ojerosos para recibir la mayor visita del año: unas 400.000 personas en una sola jornada. Entre los que viven en la ciudad anfitriona, el que más y el que menos se acostó más allá de las dos y no hay motivos para madrugar. Entre los que llegan, tampoco es cuestión de coger el coche, tren o bus a primera hora, a sabiendas de que no hay ambiente hasta el anochecer.

12 horas

LENTO DESPERTAR, PRIMERA RESACA

El que tenía ayer una cita matinal tuvo que amontonar despertador, desayuno y almuerzo. A las 12.11 horas de la mañana, un grupo de coristas, disfrazado y bostezante, se zampa donuts, palmeras de chocolate y demás alimentos hipercalóricos para recuperarse del poco sueño y prepararse para los muchos tangos. Están en la esquina de Trille con Juan Carlos I, a la espera de iniciar el carrusel de Segunda Aguada, el primer gran acto callejero del Carnaval de Cádiz real. A su alrededor, tráfico normal, vecinos en lo cotidiano, ajenos a la amenazante fiesta.

Los accesos a la ciudad aún tienen fluidez. Aún es posible aparcar en Extramuros. Para encontrar algún indicio de lo que viene hay que pasear por la plaza de España. Está vallada para impedir que nadie pernocte en los jardines, pero en varios coches estacionados son visibles parejas o grupos que duermen con la cazadora por encima. Para ellos, la fiesta ha empezado. Junto a la Aduana Nueva, en la plaza de Sevilla, un grupo ha montado una discreta tienda de campaña en un rincón arbolado, poco visible. Un alojamiento céntrico y gratuito para prepararse para la gran noche.

15 horas

SUSTO EN LA SEGUNDA AGUADA.

llegan los coches

Alrededor de las tres de la tarde, la densidad del tráfico ya era notable en los tres carriles de acceso del entronque de Cortadura y por Ronda de Vigilancia. Aparcar empezaba a ser cuestión de muchísimos minutos en el barrio de Astilleros, La Laguna, Campo del Sur y los estacionamientos subterráneos tenían colas pero aún admitían vehículos. La plaza de Sevilla, terminal obligatoria para pasajeros de autobús urbano, interurbano y de tren, ofrecía más agitación que en cualquier otra jornada, pero sin masificaciones.

El único incidente desagradable a esas alturas del día D eran los cinco heridos leves en la Segunda Aguada. El susto se produjo al caer una ventana sobre el público que asistía al carrusel de coros. Aunque causó una cierta alarma, quedó en heridas leves. A las 14.35 horas, en el número 2 de la avenida se produjo la caída de una ventana desde una cuarta planta, según el Consorcio Provincial de Bomberos.

Estructura y cristales cayeron sobre un gentío que escuchaba los tangos. Cinco personas resultaron afectadas por traumatismos o cortes. Tres fueron atendidas en el mismo lugar. Precisaron puntos y desinfección. Otros dos heridos, hombre y mujer, necesitaron traslado al Hospital Puerta del Mar. La joven presentaba heridas abiertas en pómulo y clavícula izquierdos. Tras la sutura y el proceso de observación, fue dada de alta a última hora de la tarde de ayer. El hombre hospitalizado junto a ella salió aún antes, puesto que sus heridas eran de menor consideración. Tras la alarma inicial y la rápida atención, el carrusel continuó. Muchos de los asistentes ni siquiera tuvieron conocimiento del incidente, puesto que se produjo cuando aún no había transcurrido la primera hora de coplas. La Policía Local confirmó que se trató de un hecho accidental y aislado.

17.00 horas

LLEGADA ESCALONADA DE VISITANTES EN TREN

Dos guardas de seguridad vigilan a la entrada del pasillo que conduce a la estación. Están relajados. De momento, los pocos que van y vienen parecen más interesados en aprovechar los últimos rayos de sol que en armar gresca. Dentro de la estación, Patricia e Irene, de Sevilla, junto a su amigo Moyano, se disfrazan en el banco, junto a los viajeros que esperan el tren. Decidieron venir a Cádiz a última hora, sin planificarlo y no saben dónde pasarán la noche. «Aguantaremos hasta que cojamos el autobús mañana» dice el cordobés, mientras se coloca el sujetador con el relleno con el que se incorporará a la fiesta. En la estación provisional de autobús, una baraja humana desfila camino del Trocadero. A la altura del Palacio de Congresos se cruza con Batman -con cara de pocos amigos- y su novia (que no va de Robin). En San Juan de Dios todo está tranquilo, envuelto eso sí, en olor a churros recién escurridos. El público se divide entre los que se sientan en los bancos a hacer botellón y los que prefieren admirar una colección de coches de época. «Esto sí es un pepino», comenta un chaval ante un Ford LTD. «Mercedes, vamos a hacernos una foto en el Mercedes», dice con guasa una mujer a su amiga. Dicho y hecho: posado ante un modelo de 1934 con matrícula de Barcelona. Al lado de las dos mujeres pasa Jürgen, pidiendo unas moneditas. Va vestido de juglar y atina a decir que le gusta Cádiz porque «everybody is happy». Sólo se quedará hasta mañana, cuenta, y se despide con un optimista «peace and love».

18 horas

LA SUCIEDAD Y LOS VÁNDALOS

empiezan a causar estragos

Calles como Ancha, Pelota y Columela ya están llenas de papelillos y las casapuertas comienzan a llenarse de bolsas con botellas abandonadas, pero el olor a orines aún no ha aparecido. No tardará. Por estas calles comerciales ya no es cómodo circular. Los vendedores con puestos improvisados ocupan la mitad del espacio. Muchas pelucas de punkies que triunfan este año sobre los clásicos 'afros' de colores. Para los más clásicos también se venden borsalinos con los que improvisar un aire de gangster. En la Catedral se dejan ver muchas piezas de ganado: el disfraz de vaca que lucía Morera, el del cuarteto ganador del concurso, ha hecho furor. De repente, en Compañía, hay un corre-corre y los vendedores recogen su mercancía con una facilidad pasmosa. Falsa alarma, no aparece la Policía. Mucho más tranquilo luce el Palillero y aledaños. Pero en Barrié, antigua calle del Vestuario, la tienda de El Millonario sí está atestada. «¿Tiene orejas de gato?», pregunta una muchacha. Detrás del mostrador, el propietario Ramón Gómez, despacha con veteranía. Abrirá hasta las doce o l a una. Para entonces, Nieves Iglesias y Gemma Forja ya habrán cerrado su conocida tienda, Pepi Mayo. Este año, dicen, les ha ido «regular» por la crisis y las obras que tienen levantada la calle de la plaza del Mercado, dice Gemma moviendo sus pestañas extra largas (a 3,50 euros) al tiempo que Nieves agita su melena sujeta por una corona de Miss.

19 horas

EL ALCOHOL SE HACE PRESENTE.

La fiesta y el jolgorio no se reparten equitativamente por la ciudad. Mientras en Astilleros o Ingeniero La Cierva parece un miércoles cualquiera por la tarde, en Segunda Aguada los coros siguen apurando sus tangos. Idas y venidas de familias y grupos de gente disfrazados, como unos extraños híbridos entre Campanilla y Pitufo. El alcohol comienza a hacer efecto desde temprano, sin discriminar por razones de edad ni sexo. Una pandilla se sube al autobús. Gritan, saltan e insultan -comedidamente, eso sí- al conductor, que ni se inmuta. Él casi termina su turno y sabe que lo peor está por llegar y además, sin agentes de seguridad para esta larga noche... Terreno abonado para patosos y desinhibidos.

21 horas

UNA MAREA HUMANA.

Mientras en Puertatierra los botellones se adueñan de algunas avenidas (como la de la Bahía), la marea humana inunda las calles del centro. Todavía hay familias, pero en retirada. Los grupos de jóvenes han decidido empezar la fiesta antes para no tener que pasar el trago de las cuatro y cinco de la madrugada. Es el caso de Merchi Cuadrado y su grupo. Proceden de varios puntos de la provincia, pero tienen su base en San Fernando. Esta vez han decidido salir sobre las 19 horas y recogerse a las dos.

23 horas

TERMINÓ EL PREGÓN.

la hora de escuchar.

Horas antes de las diez de la noche, Nemesio Navarro, empleado del bar La Ola, en la gaditanísima calle de La Palma, ya tenía lo todo preparado. «Esto se suele llenar a partir de las once», comentaba. La idea, agrega, «es que venga gente a escuchar». La fiesta sigue sin grandes contratiempos. Los grupos de jóvenes, con botellas en el regazo, ya son mayoría absoluta en todo el centro. Las cadenas de televisión nacionales se distribuyen por la ciudad para grabar imágenes de una de las fiestas más famosas de España. Un grupo de escoceses, con su 'kilt' que parece salido del escaparate de Blanco, se para a saludar a un obispo por Columela. La consigna, tan antigua como atractiva, sigue siendo divertirse. Y la tradición, disfrazarse con lo que uno tenga a mano. Sirve forrar con papel albal una peineta y reinterpretar a la princesa Leia o enfundarse el pijama de franela. Será por recursos.

0 horas

QUEDA INAUGURADO EL EXCESO.

Aún valladas, las plazas de Mina y España están tomadas. Los grupos disfrazados aún están bastante quietos. El vaso en la mano les ancla. Pronto lo abandonarán y empezará el movimiento masivo. La Viña aún es transitable. Sólo La Palma está abarrotada. Ya no queda ni un niño, ni un carrito, ni una familia. Empieza la etapa del exceso para los más fuertes. Que todo vaya bien. Que la fiesta acabe en paz.