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LA HOJA ROJA

DIME DE QUÉ PRESUMES

El Carnaval se convierte la fiesta de la improvisación una vez más ante la falta de programaciones de actividades

YOLANDA VALLEJO
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Me gustan -ya lo saben- los refranes. Porque son, como decía la madre de Forrest Gump, «igual que una caja de bombones». Para la ocasión, abre uno la caja sin saber cuál le tocará, pero con la seguridad de que el que escoja será el acertado. Así es. Destapamos el cofre de los refranes y sale justo el que nos viene al pelo. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, dice el refrán de hoy. Hablamos de carnaval, escribimos de carnaval, sentimos el carnaval, vivimos el carnaval, presumimos de carnaval. y pongan ustedes la segunda parte del dicho.

Si a alguno de nosotros nos preguntaran cuál es la Fiesta -con mayúsculas- de Cádiz, nadie dudaría un segundo, el Carnaval. Por historia, por tradición, por antigüedad, por interés turístico internacional -que dicen que tiene-, por las expectativas que presenta. por lo que quieran. Siempre nos saldrá el Carnaval y siempre habrá un motivo para defender nuestra fiesta porque así nos lo han enseñado y así han hecho que nos lo aprendamos. Carnaval y Cádiz como si fueran una única -la única- cosa. Pero si a alguno de nosotros nos preguntaran qué se puede hacer en Cádiz en Carnaval, tampoco dudaríamos un segundo: poco es lo que se puede hacer en Cádiz en Carnaval, o poco lo que podemos ofrecer, o poco es lo que nos ofrecen, que en esto no se sabe «si fuiste tú el culpable o lo fui yo», que cantaba Alaska.

A dos días del inicio oficial de lo que se supone que es el gran atractivo turístico de esta ciudad, el programa oficial -ese que organizan las instituciones- seguía siendo un enigma para el ciudadano de a pie. Cualquiera de las páginas webs que ofrecen información sobre Cádiz y sus fiestas se despachaba con un escueto estamos «a la espera de recibir la programación oficial que realizará el Ayuntamiento de Cádiz para el Carnaval de Cádiz 2010». Una programación que, aunque está colgada y actualizada en la web municipal podría ser la de este año, la del pasado, la del otro, la del otro, la de Cádiz, la de Almería, la de Albacete, la de Torrijos, la de Quintanar de la Orden. No, no exagero. No es guasa gaditana. Es documentación. Y un poco de vergüenza, también.

Y vale que la cantidad no siempre tiene relaciones de buena vecindad con la calidad. Y vale que en esto de los procesos de calidad que vienen implantándose con fuerza en todos los ámbitos de la vida, cuentan más las estadísticas que la realidad. Y vale que con la cosa cortita no están los tiempos como para tirar cohetes. Y vale que el carnaval es -dicen- una fiesta espontánea, de calle, donde el ingenio y el humor suplen los límites encorsetados de todo lo que huela a institucionalidad. Pero lo que no vale es que ni siquiera disfracen a la mona de seda. Por partes. El programa oficial del Carnaval comenzó el pasado jueves con la recepción de ninfas, pregoneros, momos y Hércules, la inauguración del alumbrado -lo del alumbrado tiene también un cuplé- y la «apertura de las carpas municipales». Eso y nada es lo mismo, ya me entienden. Cierto es que tampoco tendría por qué haber más. Pues se dice, y listo. El carnaval oficial no tiene por qué empezar el jueves. La final del concurso y la proclamación de la diosa son más que suficientes para iniciar oficialmente el Carnaval -si quieren, acompañados de bandas de música, de cortejos y demás-, un Carnaval que durante el sábado y el domingo poco se diferencia de los de otras poblaciones que, se suponen, no llevan como bandera a Don Carnal. «Grupos de animación, talleres maquillajes, disfraces infantiles, zancos y globoflexias» en algunas plazas es lo mismo que ofrece Albacete para los niños -bueno, eso y teatro infantil, y títeres- , actuaciones de agrupaciones carnavalescas hay hasta en Torrijos, donde además se recaudarán fondos con fines solidarios. Cabalgatas -quizá no magnas, todo hay que decirlo- encuentra uno en cualquier pueblo, Herencia, por ejemplo, donde la cabalgata termina con una gran fiesta con orquesta.

Nada nuevo, que solemos decir, bajo el sol. O bajo la lluvia, porque ya me dirán ustedes qué alternativa se presenta ante la inclemencia del tiempo -y el tiempo está siendo bastante inclemente- en un programa que se desarrolla en la calle. La semana, con momentos brillantes como el «paseo del disfraz» del próximo martes -no se rían- o la actuación de los concursantes de 'Se llama Copla' -que traigan a Mercedes, por favor- pasará sin más gloria que la de los concursos organizados por las peñas y las iniciativas privadas. Y para el próximo fin de semana, el mismo concierto de Malú con el que los almerienses iniciaban su carnaval, un más de lo mismo, globoflexia y eso, un desfile carnavalesco que huele ya desde hace años y los fuegos artificiales como grandes atractivos oficiales. Y la cabronada popular.

Que no se trata de hacer muchas cosas, ni de rellenar muchos días. Se trata de cumplir con unas expectativas que entre todos levantamos. Se trata de mantener lo que tenemos y funciona -el carrusel de coros, la cabalgata, las fiestas de la carpa, los conciertos, si me apuran- con un máximo de calidad y lucimiento. Y lo demás, dejarlo correr, que tampoco hace falta llenar tanto el saco. No es derrotismo -qué palabra tan gaditana-, es sentido común, que es del que carecemos muchas veces.

Pero tampoco no me hagan mucho caso. Salgan esta noche, pónganse un disfraz y piérdanse por las calles del centro y si alguien les pregunta qué se puede hacer en Cádiz en Carnaval, no lo duden. Díganle que es la fiesta de la improvisación. Seguro que no les defraudará.