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La Ópera Checa de Praga pone en escena ‘El holandés errante’ en el Teatro Villamarta

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La leyenda del encuentro de unos marinos con un judío errante a bordo de un buque fantasmal sirvió a Richard Wagner para componer uno de los títulos líricos de más éxito de su producción: ‘El holandés errante’, que se pondrá en escena mañana viernes día 12 en el Teatro Villamarta, dentro de su Temporada Lírica. Se trata de la primera ópera wagneriana que se ofrece en el coliseo jerezano desde su reapertura en noviembre de 1996.

La producción que podrá verse en Jerez lleva la firma de la Ópera Checa de Praga, en colaboración con la Ópera de Usti nad Labem. La orquesta y el coro pertenece también a la Ópera Checa de Praga y su dirección musical corresponde a Norbert Baxa. La propuesta escénica es obra de Martin Otava, que sitúa la acción en el siglo XVIII.

En este contexto histórico, el argumento se desarrolla en las costas de Noruega y narra el encuentro de unos marineros con un misterioso buque, con las velas de color de sangre, en el que viaja un personaje espectral: el holandés errante, un navegante perseguido por una maldición y condenado a navegar sin reposo con la muerte. Cada siete años se le concede la posibilidad de bajar a tierra en busca de un amor puro que lo salve. Daland, capitán de la nave noruega, se lleva a casa al holandés, del que Senta, su hija, se enamora.

El papel protagonista del Holandés será interpretado por el barítono Adam Wozniak. Senta, su amada, será encarnado por la soprano Annette Yasmin Glaser. El resto del reparto artístico lo componen Ivaylo Guberov (como Daland), Nikolai Vishniakov (Erik), Vera Pachová (como nodriza Mary) y Robert Remesilnik (Timonel).

‘El holandés errante” está dividida en tres actos y fue estrenada el 2 de enero de 1843 en el Teatro de la Ópera de Dresde. El libreto, además de la música, pertenece a Richard Wagner. Para ello, el músico se basó en ‘Memoria del señor de Schnabelewopshi’ de Herinch Meine.

La recuperación de esta leyenda está relacionada con una experiencia personal del compositor alemán. Y es que, en un viaje marítimo hacia Londres, Wagner sufrió los rigores de una tempestad con la aparición y desaparición de un barco que navegaba junto al suyo.

Con ‘El holandés errante’, Wagner da el primer paso firme que le habría de llevar de la ópera romántica al drama musical. Aunque formalmente los conserva, la obra deja de articularse en los números cerrados de la prototípica ópera italiana para organizarse en torno a la escena.

Además, este título wagneriano está dotado de una estructura armónica flexible y con un profundo sentido teatral. Así se puede apreciar tres planos en el desarrollo de la acción: el fantasmal del buque del Holandés; el naturalista de las sencillas gentes del pueblo; y la esfera superior –espiritual y místico- por la que se desenvuelven el protagonista y Senta, su amada. Entre las piezas musicales, destaca la ‘Balada’ de la protagonista femenina, una de las primeras escritas por el compositor para esta ópera.