A un magistrado
Actualizado:Se llama Luciano Varela y ya ha dictado sentencia. Él, con su toga y la autoridad que le otorga el cargo y la Ley, decidió que el otro, el maltratador, el criminal no lo era tanto y por eso le ha quitado cinco años de cárcel. Según el Tribunal Supremo, y este magistrado que actuó como ponente, el agresor no procedió con alevosía. Pero qué alevosía ni qué.¡puñetas!. ¿Qué tiene que demostrar?, ¿qué pruebas aportar más que ella misma?. María Antonia -como no ha muerto no suma el número de víctimas- ha quedado de por vida en silla de ruedas. Está tetrapléjica después de que su marido se cebara y ensañara con ella. Cuando parecía que respiraba volvía a retorcerle el cuello. Paró porque la creyó muerta y mirando a sus hijos, de 13 y 15 años, que presenciaban asustados la escena les dijo: «Se lo merecía». ¿Qué se merece él, señor magistrado del todo poderoso Tribunal Supremo?. ¿Rebajarle la pena 5 años porque no ve indicios de alevosía?. Contemos: saltándose la orden de alejamiento entró de madrugada en casa de su ex mujer y a escondidas, a oscuras y sin hacer ruido para sorprenderla indefensa, mientras esta dormía, se abalanzó sobre ella y comenzó el principio del fin.
En ocasiones estamos en manos de las decisiones de los demás, y este juez decidió poner un matiz al fallo de la Audiencia de Madrid que, acertadamente, opinaba lo contrario. Ustedes, y con razón, dirán ¡pero no hay que saber mucho en violencia de género para dictar sentencia en este caso!. Y como todo es opinable; además creo que a la rebaja de la condena se le suma la forma que su señoría tiene de ver el problema.
Me llama la atención el ojo que le presta a como entró el asesino -iba a matarla- en una casa que la Ley le había prohibido entrar. Sabemos que en el Código Penal es importante a la hora de dictar sentencia -homicidio o asesinato- si hubo o no alevosía... La Audiencia de Madrid opinó que sí. Ese hombre, señorías, no sólo ha destruido con alevosía y premeditación la vida dependiente de María Antonia, la de todo su entorno. También la de los hijos, ahora adolescentes, y del mismo modo la de sus sueños y su futuro.