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Un rastreo, gimnasio a gimnasio

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Tiene 33 años y en su historial constan antecedentes que nada tienen que ver con delitos sexuales. Procede del sector de la construcción, al menos eso indica su hoja laboral, y su aspecto vigoréxico ha sido clave en la investigación. El grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil rebuscó durante semanas en la Red a partir de la información que les había dado la víctima. Fue el primer paso de unas pesquisas arduas que han durado varios meses. El sospechoso se había creado un perfil con datos personales falseados; una práctica muy habitual en Internet. Pero en una de las páginas visitadas por los agentes encontraron una foto suya. Esa imagen les aportó a los investigadores una información esencial: J. T. E. mostraba una imagen muy musculosa, lo que llevó a pensar a la Guardia Civil que debía de ser un adicto al ejercicio físico y que, por tanto, debía acudir regularmente a un gimnasio.

El siguiente paso en la búsqueda del sospechoso fue rastrear en los gimnasios de la Bahía. Los investigadores confiaban en que fuera socio de alguno de ellos y pudiera ser identificado por los empleados. La pista elegida por la Policía Judicial fue la buena, aunque difícil de encontrar, dado el número de establecimientos que tuvieron que visitar. En uno de ellos, hallaron la respuesta.