El tirón del Apóstol
«Los ronquidos pueden ser una tortura, por eso yo suelo dormir en una campa», confiesa un joven peregrino canadiense que está haciendo el Camino al revés. Salió de Santiago y piensa llegar hasta... Italia
Actualizado:Dicen los entusiastas que el Camino de Santiago puede atraer este año a unos diez millones de visitantes. Si en 2004, último Xacobeo, se llegó a seis millones, ¿por qué no cuatro más? Siempre que el 25 de julio cae en domingo, la Xunta de Galicia se las promete muy felices. Ahora piensa aumentar en un 0,5% su PIB para 2010, mientras la economía nacional puede que se contraiga un 0,3. Quién sabe.
Los datos confirman que el número de peregrinos va a más -con repuntes muy fuertes en los Años Santos- y que los extranjeros ya superan a los nacionales. En 2007, con 100.377 caminantes, los foráneos representaban el 51% y en 2009 llegaron al 54%. Alemanes, italianos y franceses van a la cabeza, con paso firme y... discreto. Todavía no se les ha ocurrido montarla gorda como a los españoles, que a estas alturas -con 12 siglos de peregrinaciones a sus espaldas- buscan a toda costa la novedad. Vean, por ejemplo, en la foto de abajo, a ese entusiasta que encabeza un desfile de dromedarios y camellos entre Ciguñuela y Medina de Rioseco, con una temperatura que ronda los nueve bajo cero. Y no, no se trata de un espejismo, que en Castilla y León no se dan esos fenómenos. Todo se debe a la ocurrencia de un grupo de amigos castellanos y andaluces que decidieron sacar partido a los animales del Centro Ecuestre de El Centauro (Valladolid) y de la Asociación de Coches de Caballos (Sevilla). ¿Por qué no? Y conste que no tuvieron ningún problema a la hora de recibir la 'compostela' en acreditación a su andadura entre Tudela de Duero y Santiago.
Sorpresas que da el Camino. Y cosas del Apóstol, habría que añadir. Que lo mismo aparecía de sopetón en plena batalla contra los musulmanes que, para compensar, aplaudía el regreso del más allá de algún afortunado. Esto último, eso sí, se lo dejaba al buen hacer de Santo Domingo. Recuerden lo que pasó en la localidad riojana de Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada. Se cuenta que un peregrino ahorcado volvió a la vida, igualito que el ave que ya estaba en el plato de un corregidor de mucho apetito y pocas luces. Algo que no se veía todas las semanas... Y lo que nos queda.
Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, no pierde oportunidad de recordar que el presupuesto total del Xacobeo 2010 asciende a 42 millones de euros. De modo que dejemos volar la imaginación, este año promete. «Bueno, bueno, el futuro está por escribir. Resulta muy difícil aventurar diez millones de turistas. Por otra parte, más vale no dar cifras sobre las inversiones que van a hacer las instituciones. ¡Luego muchos se desdicen!», advierte Ángel Luis Barreda, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago. Dicho lo cual, nadie duda que el Apóstol hará honor a su fama y no se dará por vencido. Ya lo ha dejado claro el alcalde de Compostela, José Antonio Sánchez Bugallo: «El Xacobeo nunca puede ser un fracaso, eso lo impide el Apóstol y la tradición». En otras palabras: se superarán los 179.944 peregrinos del último Año Jubilar, celebrado en 2004.
Eso no es todo. Los dientes de sierra de los Años Santos, que pueden verse en los gráficos, son en el fondo muchísimo más afilados. ¿Por qué? Muy sencillo: el cómputo de personas se limita a quienes pasan por la Oficina de Acogida de Peregrinos. Quedan fuera unos cuantos, pues no todo el mundo tiene interés en recibir un documento acreditativo de su caminata ni está obsesionado con llegar a Santiago de un tirón. «Qué va, qué va... Es muy habitual hacerlo por etapas durante varios años. Yo me he encontrado con un montón de gente que hacía eso», explica el joven canadiense Joseph Larochelle, desde lo alto de una litera y con una sonrisa de oreja a oreja. Tiene sólo 21 años y un aire a pintor francés del siglo XIX.
Acaba de llegar al albergue que los Padres Reparadores gestionan en la localidad navarra de Puente la Reina. Dice que por sólo 4 euros se puede dormir o... mirar el techo con los dientes apretados y la vena del cuello hinchada. «¡Es que los ronquidos pueden ser una tortura! Por eso, yo suelo dormir en una campa. Me he traído un buen saco pero, brrr, hoy hace demasiado frío». No se confundan, es un chico duro. Tiene previsto llegar hasta Italia. Como lo oyen, el bueno de Joseph está haciendo el Camino al revés. Va solo y dispuesto a conocerse mejor.
-¿Te mueve una motivación espiritual?
-Noooo. He dejado mi carrera de Física en Montreal y, bueno, ahora estoy en un periodo de transición. Sin más. Noto que hay más cosas dentro de mí. Poco a poco, van saliendo a flote. ¡Pero sin obsesiones! La vida me llevará donde me tenga que llevar.
Son las cinco de la tarde y se respira paz. Además de mucha humanidad. Entre mochilas, bolsas de plástico, zapatillas y algún diario de vida, nadie se altera ni arruga la nariz. Aquí, como botón de muestra, está el alemán Benedikt Geser, que se plantea el Camino «como una manera de agradecer a Dios la mitad de mi vida». Ha cumplido 39 años y, en cuanto llegue a Santiago, es muy posible que caiga de rodillas. Vive la fe con pasión. «¿Que si me aísla hablar sólo mi idioma? Pues no. Hasta ahora no había charlado con nadie pero no me importa. A mí me acompaña Jesús a todas horas». No ha venido a España por el libro 'Ich bin dann mal weg' ('Me marcho'), del humorista Hape Kerkeling.
«Hombre, no está mal. Te ríes un rato. Y eso que, en la tele, el Hape ese no me hace ninguna gracia. Pero no. Yo hago esto porque soy católico», recalca Benedikt antes de echar un trago de cerveza. Ahora mismo le brillan los ojillos que es un primor. Sólo se le nublan un poquito al hablar de sus hijos. «Son unos chicos estupendos. Pero, ay, están en la adolescencia. Lo último que desean es compartir su tiempo conmigo... ¡Ley de vida!»
Ya desde la Edad Media, el perfil de los seguidores del Camino es tan variado que se escapa a cualquier retrato-robot. En aquella época, venían desde virtuosos como San Francisco a buscavidas que pasaban la noche en los prostíbulos que jalonaban el trayecto. «¡Para gustos, los colores! Los hay que ni siquiera se echan la siesta bajo ese árbol fantástico que hay en el pueblo lucense de Peruscallo...», apunta entre risas Ángel Luis Barreda, de la Federación de las Asociaciones de Amigos.
Poco dinero en el bolsillo
Hay tiempo para todo. Al cabo de cinco horas de caminata, se puede aprovechar la tarde como se quiera. Ya sea enderezando las cervicales de los compañeros o jugando al póquer para ganar algo de calderilla. Los peregrinos suelen ir ligeros de equipaje y eso, claro, incluye la billetera. No todos viajan con mayordomo de librea, como los aristócratas que recorren a caballo (o asno) los itinerarios jacobeos. El presupuesto del caminante típico es muy justito. De ahí que José Luis García, dueño del asador El Tremendo en Cizur Menor (Navarra), se muestre tan escéptico ante el revuelo desatado por el Xacobeo. Acodado en la barra de su local, pega un suspiro antes de reconocer que «a veces se les da de comer gratis».
Su menú más barato es de 10 euros «y ni siquiera en verano se hace negocio». A pesar de que, cada día, pueden pasar por allí unas 70 personas entre junio y septiembre. Explicación: las empresas de Pamplona que reparten pizzas y platos combinados se distribuyen la 'tarta' de los peregrinos.
Tampoco le luce el pelo a Mabel Roncal, dueña de un albergue con 51 literas, que lleva más de 20 años volcada en el Camino. «¿Vivir de esto? Nada, nada. Esto sirve para cubrir gastos, a 8 euros por cabeza. Yo tengo tierras y vivo de esas posesiones. Esto es una pasión, no una fuente de ingresos. Por lo menos aquí», confiesa sin tapujos. Mabel es uno de los personajes más populares del Camino, con una sociabilidad arrolladora. Siempre dispuesta a superarse a sí misma. Tiene 23 dioptrías y no se pierde detalle. «¡No veas lo que disfruto con la gente! Lo mismo un noble brasileño que un cabrero francés o un divorciado holandés. Aprendes de todos. Yo soy una esponja».
-¿Y ya ha hecho usted el Camino?
-Por tierra, no.
-Ah.
-Hice la ruta marítima entre La Rochelle y Santiago en una goleta. Fueron 10 días en total, cinco de ida y cinco de vuelta.
-No te digo que no. Hacíamos todos los trabajos del barco. Íbamos con buzo para la lluvia, botas de goma y acabamos con las manos destrozadas. Pero, oye, disfruté mucho.
Nadie lo pone en duda. Un esfuerzo que merecía la pena. Pero el protocolo es el protocolo. La Oficina de Atención al Peregrino sólo admite el itinerario xacobeo a pie, en bicicleta, silla de ruedas o a caballo. Incluidos asnos y... camellos o dromedarios. Sorpresas que da el Camino.