TIEMPOS REVUELTOSYO ME BAJO EN LA PRÓXIMA

En la crónica laboral de Jerez, Cojetusa y las huelgas de autobuses siempre han ocupado un lugar prominente. Gracias a esa frenética actividad sindical y a algún que otro episodio que podría haberse confundido perfectamente con un chantaje, la plantilla de la concesionaria del transporte público en Jerez logró numerosas prebendas y un convenio colectivo envidiado en medio país; aunque también se ganó la enemistad de una gran parte de jerezanos y usuarios que terminaron hartos de ser utilizados como rehenes en la negociación. Así ha sucedido durante muchos años en Jerez, y así lo hemos criticado los cronistas de esta ciudad. Ahora, casi por primera vez, la plantilla de Cojetusa se ha puesto en huelga por un motivo más que razonable, que no es otro que exigir en tiempo y forma el pago de sus salarios, con los que tienen serios problemas de cobro desde abril del pasado año. Pero la situación actual está ya tan enquistada que no la salvaría ni un milagro de la Virgen de Fátima.

Despropósito

Estamos asistiendo al fruto de un despropósito en que el todas las partes han puesto su granito de arena, y, según me dicen, esto va a peor, pues todo hace indicar que en breve se declarará una huelga indefinida en el servicio del autobús urbano. En la relación de culpables aparecen el Ayuntamiento, la empresa y los propios trabajadores. Y las culpas se reparten de esta forma. El Consistorio jerezano es responsable de la tremenda deuda -26 millones de euros- que mantiene con Cojetusa. La actual alcaldesa defiende que la mayor parte del montante se generó durante los gobiernos de Pedro Pacheco, y es cierto. Pero también es verdad que los socialistas están llamados ahora a solventar esta situación, pues para eso fueron elegidos en las urnas por esta ciudad, y aún no lo han logrado. Nadie ha dicho que la papeleta sea sencilla. El Ayuntamiento debe cargar también con un diseño y planificación de las líneas del autobus que no ha contentado a los usuarios y que, unido a otros factores, ha propiciado que el número de viajeros dibuje una clara descendente en los últimos años mientras que la media de edad de los mismos no deja de crecer y los jóvenes están desapareciendo de las paradas. Si no eres capaz de cambiar las cosas a mejor, déjalas como están. La empresa, por su parte, ha mantenido durante estos años una actitud demasiado blanda y conformista. Por un lado, nunca debió permitir que las facturas del Ayuntamiento alcanzaran esa desorbitada cantidad de 26 millones de euros, y tampoco mostró la fortaleza suficiente -pese a pertenecer a un grupo tan potente como el de Fomento de Construcciones y Contratas- para no ceder en todo lo que pedían lo sindicatos con sus huelgas en Feria y Semana Santa. El resultado es que no ha habido dinero para ir menteniendo y renovando una flota que se nos presenta hoy día con autobuses obsoletos, en muy mal estado de conservación algunos de ellos y con continuas averías. Y da la sensación de que la empresa también ha perdido la ilusión en este camino. Y, por último, los trabajadores de una plantilla que durante mucho tiempo no fue responsable y sólo miró por su propia mejoría y no por la calidad del servicio o la estabilidad de la empresa. No sé si la solución será que Linesur se haga cargo de la concesión, pero entiendo que Cojetusa no se marchará sin su dinero o, al menos, sin un plan de pagos con garantías, algo ciertamente complicado en estos momentos. Mi impresión es que todavía no ha pasado lo peor del conflicto y podemos tener un año muy caltentito en este apartado. Y llegados a este punto, los usuarios se han vuelto a ver salpicados esta semana por una huelga que ha trastocado seriamente la vida de muchas personas que se merecen un respeto y no un transporte público tercermundista. Lo del tranvía está muy bien, pero antes solucionemos este problema ya, por favor.