«No quiero que mi mujer me mande a dar vueltas a El Corte Inglés»
Actualizado:Se llama Luis Martínez, tiene 70 años y recibe tras el mostrador de la multicolor Lanas Alondra, en la calle Arenal de Madrid. «Mira, yo no me jubilo porque no quiero que mi mujer me mande a dar vueltas al Corte Inglés a subir y bajar escaleras para entretenerme», bromea. Hay en su decisión «un toque económico», pero no es el que importa. El negocio, fundado en 1955, «funciona mal que bien» y su familia de comerciantes originaria de Bilbao tiene las espaldas cubiertas. Ocurre que «llega un momento en que los clientes ya son amigos y tu vida está aquí». Llega una mujer en busca de unas agujas. «Esto lo haré hasta que Dios me dé vida», explica Martínez. No significa tampoco que vaya a morir en el escenario a lo Molière, pero el comerciante mide sus posibilidades: «¿Viajar con el Imserso? No. ¿Comprarme unos palos de golf? Tampoco. ¿Meterme en internet? No me gusta. Para ir al cine y al teatro... Eso ya lo hago ahora». Para él, ir cuatro semanas a Santa Pola «es un rollo».
En un despacho de arquitectos de Sevilla, Juan Manuel Rojo Laguillo (68 años) también se siente «fuerte». Su entrenamiento le cuesta. Le encanta jugar al tenis y hacer labores de campo en una finca que mantiene en la carretera de Morón. Lo lleva en los genes. «En casa somos todos iguales. Mi hermano tiene 73 años y sigue de médico». Podar es su hobby y su vida, la arquitectura. «No la dejo porque me divierte y porque me siento bien haciéndolo». No imaginen a alguien que se pasa por la oficina a da «una vueltecita». Juan Manuel trabaja mano a mano con sus hijos treintañeros y se mete de lleno en jornadas maratonianas. Como los demás. Cada día se levanta a las 6.45 y no parte la jornada hasta más allá de las dos. Por la tarde, de cinco y media a nueve y media. Si aprietan los proyectos, tiene que quedarse hasta la una de la mañana «o hasta las cinco». En el despacho, cada uno tiene lo suyo. Sus hijos dibujan en ordenador y José Manuel «con la regla, el lápiz y el papel de toda la vida. Somos compatibles».