Misión de guerra, misión de paz
Actualizado: GuardarVamos a dejarnos ya de monsergas. Y a llamar a las cosas por su nombre. Si España no merece un gobierno que le mienta, no lo merece nunca, en ninguna circunstancia y bajo ningún concepto. Y llevamos ya muchas mentiras encima como para que los que mandan se crean que en este solar de siglos todos nos chupamos el dedo y somos idiotas. Así que vamos a llamar al pan pan, y al vino, vino. En Afganistán se libra una guerra. Con todas las letras y con todas sus miserias. Una guerra con fuego real, con armas de verdad, con heridas de verdad y con talibanes desalmados que te matan si pueden a las primeras de cambio. Y nuestros soldados están allí participando en una guerra para limpiar aquello de indeseables. Y en la guerra sólo se limpia de una manera. Con armas, con disparos, con la neutralización, el apresamiento o la muerte del enemigo. Y esto es lo que hay. Aunque duela, aunque no nos guste escucharlo.
El ejército español está allí en una misión internacional para acabar con los talibanes, no para poner tiritas y repartir chocolatinas. Están allí en misión de combate. Si además de combatir y de proteger con las armas a la población civil, ponen tiritas, curan, ayudan y juegan al fútbol, pues mejor que mejor. Pero no nos engañemos. El ejército no es una 'oenegé', ni los Médicos sin Fronteras, ni las Misioneras de la Caridad. Es un cuerpo armado que tiene como misión la defensa armada en caso de guerra o ataque. Y la defensa no se ejerce con globitos y banderitas de colores. Se articula con estrategia, munición, armas y disparos. Eso es lo que hacen nuestros soldados españoles en Afganistán, esa es su principal misión. A veces la paz solo se puede conseguir con la guerra, y esto no hay quien lo desmienta. Podemos inventarnos la realidad y vivir en un mundo súper happy, pero los talibanes no son nada happy.
Son fieros, inmisericordes y están dispuestos a llevarse por delante al que sea. Y si para proteger a la población, o para defenderse, tenemos en el punto de mira a un comando que le va a pegar un bazokazo a un tanque o a un vehículo donde viajan hombres y mujeres, se aprieta el gatillo, se dispara una ráfaga o las que hagan falta y se acabó el comando para toda la vida. Así de claro, así de fuerte. Así que vamos a dejarnos de tonterías y a decir la verdad. Estamos en misión de guerra. Y punto.