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fútbol | primera división

El Espanyol sufre el rodillo blanco

El Real Madrid marca el primer tanto del partido al cabecear Sergio Ramos un gran saque de falta de Esteban Granero. El segundo del Madrid ha sido obra de Kaká

I. Tylko | Madrid
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Vaya por delante que este Espanyol de chavales es vulnerable, muy liviano, inocente y temeroso, pero el Madrid confirmó en la primera parte su progresión, su capacidad de pelearle la Liga al Barça a poco que los azulgrana se descuiden en un par de partidos.

Formaron un equipo bien construido, con automatismos, no basado sólo en un par de pilares, en individualidades. El Madrid no echó de menos a Ronaldo, divertido en su palco con el fútbol y, sobre todo, con su teléfono móvil. Presionó en bloque, con las líneas juntas y adelantadas, ocupó muy bien los espacios, rompió por dentro y por fuera, gozó por momentos del mejor Kaká de la temporada, replegó bien y demostró estar muy bien trabajado en la estrategia.

Granero tuvo un guante en su pierna derecha y de sus precisos pases llegaron los dos primeros goles que acabaron con toda incertidumbre. Hasta Raúl creció hasta parecerse al de tiempos pretéritos. Se movió entre líneas, tocó, se ofreció y buscó el gol de todas las maneras, sobre todo de cabeza. Una pesadilla para los blanquiazules. Su único problema es que se encontró con un Kameni notable que le amargó la noche.

Tan fuera de partido se vieron los 'periquitos' casi desde el arranque, desde ese certero cabezazo de Sergio Ramos a los cuatro minutos que indignó a Pochettino por no encontrar oposición, que en acciones aisladas perdieron la cabeza. Los tacos con los que Javi Márquez tatuó el gemelo de Guti, más apagado y discontinuo que en La Coruña, y la patada de Osvaldo a Albiol en un salto, se merecieron la roja. Jugadas que no cambiaron el signo del partido, puesto que el Madrid ya había encarrilado el triunfo, pero que alimentarán el mediático debate sobre si es más fácil expulsar a Cristiano Ronaldo que a los rivales blancos.

Rápida resolución

El primer período fue un monólogo blanco, favorecido por esa falta lateral sobre Arbeloa, el balón tocado por el 'Pirata' y el cabezazo de Ramos tras un gran movimiento. Una jugada ensayada que estuvo a punto de fotocopiarse minutos después. El Madrid combinaba rápido, certero y muy profundo cuando atacaba, beneficiado por los desmarques de Kaká, y robaba casi de inmediato cuando tocaba defender. Si los catalanes superaban las primeras líneas de presión, logro harto difícil, Xabi Alonso se bastaba como único medio de cierre. Los de Cornellá erraron también en el segundo gol. Centro de nuevo de Granero, buen cabezazo del '7', buena parada del felino camerunés y oportunismo del astro brasileño, que no marcaba desde el derbi de hace diez jornadas en el Calderón. De no ser por Kameni, el Madrid hubiera goleado antes del descanso.

Con todo resuelto, el ritmo de los merengues decayó en la reanudación, con tiempo para el regreso con gol postrero Higuaín, el descanso de un Benzema que aportó más bien poco y el reconocimiento de la grada a Guti y Raúl, ya fundidos. Mejoró el Espanyol, sobre todo en agresividad bien en entendida. Incluso se acercó a los dominios de Casillas pero carece de pegada, y más lejos de casa. Un equipo que todavía llora la muerte de Jarque y que bastante tendrá con mantenerse.