en la década de los 90

Suecia investiga si Rusia vertió residuos nucleares y armas químicas en el mar Báltico

La basura procede de la base militar rusa de Karosta, situada en la localidad letona de Liepae, y se cree que el lugar exacto de los vertidos se encuentra en las inmediaciones de la isla de Gotland

CORRESPONSAL EN MOSCÚ Actualizado: Guardar
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La Fiscalía sueca acaba de iniciar una investigación para esclarecer si la Marina rusa arrojó al mar Báltico desechos nucleares y armas químicas a comienzos de la década de los 90, según informaciones que recoge la BBC. La medida judicial se produce después de que el canal de televisión sueco Uppdrag granskning difundiera un reportaje con testimonios que documentan sobre los supuestos vertidos y el irreparable daño ecológico que habrían causado en la zona.

La cadena escandinava asegura que el MUST, servicio de inteligencia militar sueco, elaboró entre 1999 y 2000 tres informes secretos, cuyos datos ponen bajo sospecha a las Fuerzas Armadas rusas de haber utilizado el Báltico en varias ocasiones como cementerio atómico e incluso como basurero para deshacerse de una parte importante de sus armas químicas. Se cree que el lugar exacto de los vertidos se encuentra en las inmediaciones de la isla de Gotland, en aguas territoriales suecas.

La basura procede de la base militar rusa de Karosta, situada en la localidad letona de Liepae. Tras la desintegración de la URSS, el Ejército ruso tuvo que abandonar, en 1994, sus instalaciones en Letonia y en otras antiguas repúblicas soviéticas. El ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt, según el rotativo Dagens Nyheter, ha declinado hacer comentarios mientras no averigüe por qué el anterior Gobierno socialista del país no hizo nada al respecto cuando el MUST le había puesto al corriente de lo sucedido ya en 1999.

Sven Olof Pettersson, consejero de la que fue ministra de Exteriores sueca, Anna Lindh, asesinada en 2003, se defiende afirmando que sí hubo intención de abordar el problema por parte del anterior Ejecutivo. “Ella sabía que los rusos hundieron en el Báltico munición caducada y armas químicas (…) su reacción fue de enorme indignación”, asegura Pettersson. Pero, según sus palabras, la razón de que no se hiciera ninguna comprobación fue que el Ministerio de Defensa sueco consideró que los trabajos en las profundidades marinas tendrían un elevado costo económico.

Carl Hamilton, presidente de la comisión parlamentaria sueca de Comercio e Industria, estima fundamental acelerar las investigaciones e “interrogar a ciudadanos de Estonia y Letonia que pudieran haber tenido relación con los vertidos”. Hamilton es un activo detractor de la construcción bajo el mar Báltico del gasoducto “North Stream”, que deberá llevar gas ruso a los países de la UE. El diputado por Gotland, Rolf K. Nilsson, ha hecho saber en un comunicado que, si se confirma la existencia de los residuos rusos, “será un problema, no sólo de Suecia, sino de todos los países de la región”. En este sentido, Nilsson considera que “Rusia tiene ahora la oportunidad de demostrar su buena voluntad”, admitiendo los hechos.

Sin embargo, el agregado de prensa de la Embajada de Rusia en Estocolmo, Anatoli Kargapolov, no ha querido decir nada mientras “el asunto no sea detenidamente estudiado en Moscú”. El Báltico es, según los científicos, uno de los mares más contaminados del mundo. La semana que viene, los países ribereños, Rusia incluida, se reunirán en Helsinki para estudiar la forma de afrontar la situación.