Almunia rehúsa comparar la situación griega con la de España
Reconoce que las dos economías, más la portuguesa, comparten «algunos problemas comunes» como la baja competitividad
BRUSELAS.Actualizado:La Comisión Europea puso ayer a las finanzas públicas griegas bajo una especie de tutela permanente, a fin de garantizar el correcto cumplimiento del Programa de Estabilidad revisado que Atenas ha propuesto a las instituciones comunitarias, y mediante el cual las autoridades del país pretenden reducir el déficit presupuestario desde el 12,7% del PIB de 2009 hasta el 2% en 2013, pasando por el 8,7% de este año, el 5,6% de 2011 y el 2,8% de 2012.
El comisario Almunia presentó la decisión comunitaria, que deberá ser convalidada por el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), durante una rueda de prensa. Atenas tendrá que emitir un primer informe sobre la evolución de su Programa de Estabilidad a mediados del próximo mes de marzo. Es un plazo muy corto si se tiene en cuenta que los responsables económicos de la Eurozona abordarán el problema el próximo día 15 y que el 16 lo hará el Ecofin. El siguiente informe vendrá en mayo y después la cadencia será trimestral.
En un primer momento, los mercados de capitales reaccionaron positivamente a la noticia, aligerando la presión sobre la deuda griega, cuyo diferencial de tipos con la deuda soberana alemana se redujo ligeramente. Noticias procedentes de Atenas, según las cuales la opinión pública helena acogía muy mal los sacrificios reclamados por el Gobierno de Papandreou, y que el descontento podría derivar en una huelga general, volvieron a elevar el diferencial.
La rueda de prensa en la que fueron presentados los esfuerzos que Grecia deberá realizar para adaptar la situación de sus finanzas públicas a las exigencias de la Unión Monetaria debía haberse concentrado exclusivamente en este tema. Las preguntas sobre las presuntas similitudes existentes entre el caso griego y la situación de España o Portugal fueron inevitablemente y traídas a colación por los medios informativos.
Financiación exterior
El comisario no quiso comprometerse. Reconoció, en contestación a esas preguntas, que las economías griega, portuguesa y española «comparten algunos problemas comunes», como la baja competitividad del sistema productivo, un déficit fiscal alto o la necesidad de financiación exterior. No obstante, y refiriéndose ya expresamente al caso español, afirmó: «No voy a establecer comparaciones difíciles. El riesgo de cada país depende de los indicadores: del déficit presupuestario, de la deuda, de los desequilibrios de la economía y de la opinión que de esa economía tienen los mercados y las agencias [de calificación]. De todo ello resulta un índice, un ranking».
Almunia reconoció, sin embargo, que el Programa revisado de Estabilidad portugués «tendrá que ser reforzado», afirmación que tuvo un impacto negativo inmediato en los mercados. Al margen de la rueda de prensa, el comisario reconoció que es tan poco el papel griego que se negocia en los mercados que cualquiera que quiera alterar el equilibrio inestable en el que se desenvuelve la deuda helena lo tiene relativamente fácil.
Desconfianza estadística
La Comisión Europea, considerando que Grecia «no ha cumplido con su deber de brindar estadísticas presupuestarias fiables», también ha decidido abrir un procedimiento de infracción. En este marco, Bruselas pide al Gobierno griego «tomar todas las medidas necesarias» para garantizar que los problemas del sistema estadístico sean «corregidos».
«Se ha pedido a Grecia su cooperación para ponerse de acuerdo con rapidez en un plan de acción para reparar las insuficiencias estadísticas, institucionales y de gobernanza», precisó la UE en una comunicación oficial.
Grecia procedió a revisar al alza de forma brutal el pasado octubre sus estadísticas de déficit para 2009, mostrando así el estado catastrófico de sus finanzas públicas, que tienen en vilo a la Eurozona.
Lo malo es que ya existen precedentes: Atenas arrastra también un déficit de credibilidad, porque no consiguió nunca rebatir la acusación de haber minimizado la amplitud de su déficit en 1999, cuando presentó su candidatura para la entrada en el euro. Lo cierto es que las autoridades comunitarias no ocultaron sus sospechas, pero finalmente optaron por mirar hacia otro lado.