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El 'Concorde' de Air France intenta remontar el vuelo envuelto en llamas en el aeropuerto de Charles De Gaulle poco antes de estrellarse. :: AP
MUNDO

Batalla de expertos en la autopsia del 'Concorde'

Sesenta peritos están citados en el juicio por la catástrofe que hace diez años quebró el mito del avión supersónico

FERNANDO ITURRIBARRÍA CORRESPONSAL
PARÍS.Actualizado:

Sesenta peritos han sido citados a comparecer ante el tribunal de Pontoise (afueras de París) en el juicio iniciado ayer por la catástrofe del 'Concorde', que el 25 de julio de 2000 costó la vida a 113 personas y quebró el mito del avión supersónico europeo.

Los cuatro meses del proceso, previsto hasta el 28 de mayo, se perfilan como una batalla de expertos para explicar las causas de una tragedia que tres años después puso término definitivo al caro privilegio de volar a dos veces la velocidad del sonido sobre el océano con una copa de champán en la mano.

La autopsia del pájaro de acero más rápido de la aviación comercial está preparada por una investigación judicial que ha durado más de ocho años y ocupa noventa tomos. La tesis sumarial atribuye la causa del accidente a una lámina de titanio desprendida de otro avión, un DC-10 de la compañía Continental Airlines, que había despegado cuatro minutos antes por la misma pista del aeropuerto de París-Charles de Gaulle.

El 'Concorde'de Air France rodó a 325 kilómetros por hora por encima de la chapa, que reventó un neumático y proyectó piezas que agujerearon un depósito de combustible que se inflamó. La instrucción culpabiliza a Continental porque la lámina estaba mal fabricada, montada defectuosamente y confeccionada en titanio, un material demasiado duro y prohibido por la reglamentación, en lugar de aluminio o acero inoxidable. La defensa de la compañía alega que veintiocho personas vieron incendiarse el avión antes de pasar sobre la plancha, que uno de los reactores presentaba previamente un problema y que la aeronave llevaba un sobrepeso de tonelada y media.

Defectos estructurales

Los dos jueces instructores del caso también apuntan la responsabilidad del constructor del aparato, Aerospatiale, y de las autoridades aéreas por no corregir defectos estructurales del supersónico. Durante los veinticuatro años de explotación previos a la catástrofe, fueron contabilizado 65 incidentes de neumáticos o ruedas de los que seis derivaron en perforación de los depósitos. El más grave se registró en 1979 cuando el piloto logró volver «de milagro» al aeropuerto de Washington sin que el combustible que se escapaba por el boquete se incendiara.

Además de Continental, cinco acusados están procesados por homicidio involuntario, delito penado con hasta cinco años de prisión y multa de 375.000 euros para las empresas o 75.000 para los particulares. Se trata de Henri Perrier, de 80 años, que fue director de pruebas en vuelo del 'Concorde'; Jacques Hérubel, de 74, ex ingeniero jefe del programa; Claude Frentzen, de 72, encargado del seguimiento de la navegabilidad; John Taylor, de 41, el soldador que instaló la lámina, y Stanley Ford, de 70, el supervisor que validó la operación.

Ninguna de las familias del centenar de pasajeros, casi todos alemanes de vacaciones, se ha personado como acusación particular. Según los abogados de Air France, «no veían la utilidad de un proceso penal, inexistente en su país para los accidentes aéreos». La compañía francesa no ha divulgado el importe de las indemnizaciones abonadas.