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EL CANDELABRO

MARILYN

ARANTZA FURUNDARENA
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Paris Hilton se ha travestido de Marilyn para promocionar un perfume. Digo travestido porque la imagen resultante está más cerca de una 'drag queen' que de la Monroe. La iniciativa tiene en realidad muy poco de original pues, desde Madonna a Ana Obregón, no existe famosa en el estrellado universo que no haya sucumbido a la tentación de emular a la rubia más mítica del celuloide, si bien con muy desiguales resultados.

Obregón, por ejemplo, la recreó en 'La tentación vive arriba' y más concretamente en ese preciso instante en que la ventilación del metro de Nueva York levantaba su vaporoso vestido. Así como otras imitadoras ponen el enfásis en el cardado, en los morritos o en ese lunar que tiene, cielito lindo, Marilyn junto a la boca, Ana Obregón lo puso en aquel mítico levantamiento de falda. Y lo único que consiguió fue abonar la teoría de que la historia se repite... Pero siempre como farsa. Porque cuando una cae en la vanidad de pretender parecerse a la mayor 'sex symbol' del mundo corre el riesgo de terminar convertida en una especie de Lady Gaga. O 'lady gagá', que es todavía peor.

En el caso de Paris se le perdona el atrevimiento, pues de todas las insustancialidades que ella es capaz de perpetrar, ésta es de las más inofensivas. Obsérvese no obstante que la caricaturización de 'Marilyn Hilton' tiene un claro propósito comercial, como casi todo lo que emprende Paris, experta en no dar puntada sin hilo. Esa capacidad suya para sacarle tajada hasta a sus 'tajadas' (cada colocón 'parisino' contribuye a aumentar su fama y a promocionar sus productos) la ha ayudado a convertirse en la desheredada más boyante del planeta.

Actrices, cantantes, famosas del corazón, rubias, morenas... Han sucumbido alguna vez a la tentación de emular a la Monroe. Todas querían ser Marilyn. Y es curioso, porque ella que nunca estuvo a gusto en su piel seguramente habría preferido ser otra.