Arriegada misión
El atentado prueba la creciente situación de peligro de las tropas españolas en Afganistán
Actualizado:La muerte ayer en la localidad afgana de Sang Atesh del soldado John Felipe Romero Meneses, al estallar una mina anticarro de gran potencia al paso del vehículo blindado en el que viajaban también otros seis militares que resultaron heridos, verifica el alto riesgo de la misión de las tropas españolas que ya cuentan con 92 víctimas mortales. El atentado en el que perdió la vida el soldado de nacionalidad colombiana de 21 años de edad, subraya el alto coste de la presencia española en Afganistán, comprometida en la reconstrucción de un país que parece no avanzar en la senda de la normalización. El quinto ataque al contingente español en la misma zona de Qala-i-Nao en lo que va de año acentúa esa percepción, mientras se corrobora que pese al refuerzo logístico el integrismo talibán sigue disponiendo de suficiente capacidad bélica y mantiene bajo su control amplias áreas del país. En estas condiciones y con el incremento de efectivos anunciado por el Gobierno para redoblar el esfuerzo contrainsurgente, las fuerzas políticas y el Ejecutivo están obligados a renovar el apoyo sin fisuras a la misión. Pero también a respaldar la trascendencia de la lucha sobre el terreno ante una opinión pública que muestra un creciente desapego respecto de la presencia en aquel territorio de sus militares. De la misma forma, es preciso asumir que esta misión internacional supone un riesgo constante para las tropas españolas, por lo que se las debe dotar sin ambages de los mejores y más eficaces medios para su seguridad.
El atentado coincide con el proceso de «afganización» orientado a que las autoridades locales puedan hacerse cargo de la estabilización de su país. Pero la dificultad en alcanzar los niveles óptimos en la formación de policías y soldados locales junto a las arriesgadas estratagemas impulsadas por el presidente Karzai, podrían acabar favoreciendo los propósitos desestabilizadores del talibanismo tribal. Con el tiempo, España ha ido acomodando tanto la filosofía de su misión como la logística militar a la realidad afgana, tras un período de desconcierto y desajuste, de modo que su apoyo a la coalición internacional está ganado en eficacia. Pero el Gobierno de Rodríguez Zapatero sigue obligado a mantener una actitud de máxima transparencia sobre la evolución de los acontecimientos para favorecer la cohesión nacional tan necesaria a la hora de hacer frente a los momentos de dolor.