«Viajaba ocho horas para una sesión que dura siete minutos»
A Isabel García la recogían a las dos de la tarde en El Portal y regresaba a las once de la noche tras recibir el tratamiento en Sevilla
JEREZ. Actualizado: GuardarDurante 25 días, Isabel sólo vió a sus hijos de 5 y 12 años para llevarlos al colegio y los fines de semana. Antes de que los niños salieran de clase, esta madre de El Portal se montaba en una ambulancia dispuesta a recorrerse media provincia de Cádiz recogiendo a otros pacientes en su misma situación hasta llegar a Sevilla para recibir la radioterapia que necesitaba para superar un cáncer de mama. «Si hubiera este servicio en Jerez tardaría apenas una hora en ir y volver porque la sesión es de siete minutos», cuenta.
A Isabel le costó asimilar que, además de enfrentarse a la enfermedad, tendría que alterar su vida diaria y la de su familia durante más de un mes: «No tenía más remedio porque todo el mundo no puede costearse el desplazamiento hasta Sevilla cada día. Hice cuentas y entre el peaje de la autopista, la gasolina y el aparcamiento cerca del hospital me salía a unos 30 euros diarios», asegura. Entonces optó por utilizar el medio de transporte que le ofrecía el Servicio Andaluz de Salud: una ambulancia colectiva. «Me recogían la primera y luego íbamos a Magallanes, La Guareña, La Barca, Majarromaque, Arcos, Espera y Villamartín. Llegábamos a Sevilla a las seis de la tarde», explica. En casa tuvo que buscarse ayuda extra para atender a los niños por las tardes: «Mi cuñada y otros familiares se turnaban para recoger a mis hijos del colegio».
Desesperación
Tras esperar a que todos recibieran su correspondiente sesión, el vehículo emprendía el camino de vuelta e Isabel era la última en llegar a casa, a eso de las once de la noche: «Los primeros días llegaba llorando, desesperada. Y los médicos nos aconsejan que vayamos relajados a la radioterapia. Los de Jerez no podemos», asegura.
De hecho, era habitual que algunos enfermos llegaran a las sesiones de radioterapia encontrándose fatigados por el largo camino: «La carretera de Espera es muy mala, tiene muchas curvas», asegura esta vecina de El Portal.
De su dura experiencia, Isabel saca algo positivo: la humanidad y comprensión de los conductores de las ambulancias colectivas. «Empezaban el recorrido una hora antes de lo establecido, fuera de su horario de trabajo, para que llegáramos los primeros a la Clínica Infanta Luisa y pudiéramos volver cuanto antes a casa. Son magníficos», insiste.
Esta paciente asegura que ellos no eran los únicos jerezanos que se encontraban en los servicios sevillanos de radioterapia: «Hay mucha gente de aquí». Como a ella, el Hospital de Jerez deriva a estos pacientes a los servicios de radioterapia más cercanos: «Cuando terminé la quimioterapia, me dijeron que tendría que ir adonde me tocara: o Sevilla o Algeciras. Preferí ir a Sevilla».
Isabel García, como el resto de los pacientes afectados, conoce el problema de las obras del futuro servicio de radioterapia del Hospital de Jerez: «Deben arreglarlo cuanto antes. Con tantas asociaciones y colectivos contra el cáncer como hay, a ver si pudieran solucionar algo porque ir hasta Sevilla supone un gran esfuerzo».