Realismo tardío
Las nuevas propuestas económicas de Zapatero cargan con el lastre de su tardanza en reaccionar ante lo inevitable
Actualizado: GuardarEl discurso de ayer de José Luis Rodríguez Zapatero ante el comité federal del PSOE certificó el propósito de enmienda que parece dispuesto a asumir el Gobierno en su política económica para superar las negativas previsiones que pesan sobre el final de la crisis en España, tratar de recortar las desmedidas cifras de paro y déficit público y afrontar reformas en el sistema de pensiones y el mercado laboral con las que el Ejecutivo había remoloneado hasta la fecha. Ante sus compañeros de partido, conscientes del desgaste que está sufriendo la gestión gubernamental por efecto del declive económico, Rodríguez Zapatero advirtió de que vienen tiempos de «esfuerzos y algunos sacrificios», al tiempo que defendió la prolongación de la vida laboral hasta los 67 años porque se trata de una iniciativa «razonable» y aunque lo más cómodo sería «no hacer nada». Estas palabras podrían significar, en función de cómo se plasmen los planes del Gobierno en el marco de la negociación partidaria y del diálogo social, que el presidente ha interiorizado que la trabajosa salida de nuestro país de la recesión y el establecimiento de unas bases económicas sólidas para el futuro exigen adoptar políticas más decididas y duraderas que las urgidas por los peores momentos de la crisis; reformas difícilmente eludibles ya, pero más complejas y comprometidas a la hora de buscar el apoyo político, lograr la anuencia de los agentes económicos y ganarse la comprensión de la ciudadanía. Rodríguez Zapatero vinculó ayer sus últimas propuestas con la responsabilidad inherente al ejercicio del Gobierno. Una voluntad de revitalizar el liderazgo gubernamental necesaria para enfilar la recuperación, pero que, a estas alturas, carga con el lastre de la preocupante tardanza en reaccionar ante lo que la crisis y las carencias endémicas de la economía española habían hecho poco menos que irremediable. Los pésimos números de la recesión pedían un baño de realismo antes de que sus consecuencias gangrenaran el tejido productivo y el empleo. El Ejecutivo tiene aún pendiente de demostrar que puede anticiparse a los acontecimientos en vez de ir a remolque o parchearlos. Aunque su indecisión y sus forzosas rectificaciones no dispensen a la oposición de responder ante las propuestas de cambio con su propia responsabilidad.