TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

LUIS PIZARRO ANTE EL SURESNES DE ANDALUCÍA

Mal hará el PSOE si convierte su Congreso Extraordinario en una purga contra la anterior dirección

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Con la que le están cayendo a los gobiernos socialistas con la crisis económica y los malos augurios de los popes neoliberales -que son por cierto quienes nos han metido en este atolladero-, mal hará el PSOE de Andalucía si convierte su congreso extraordinario de marzo en una purga contra la anterior dirección, personificada en el gaditano Luis Pizarro.

Que ha cometido errores, claro. Aciertos, también. Que guarda demasiados esqueletos en el armario, por supuesto. Pero como los sociatas no salgan de esa cita hechos una piña y sin dar la sensación de reproducir el cuadro de la rendición de Breda, van a recibir varapalos electorales hasta en el carné de identidad.

Tras dos décadas de que el tándem Manuel Chaves-Luiz Pizarro gobierne el PSOE de Andalucía, más allá de la Junta, ahora ambos se enfrentan a su propio Suresnes. Que a ellos quizás les parezca precipitado, vale que sí; pero que a José Antonio Griñán, actual presidente del gobierno autonómico, probablemente le resulte tardío. Desde otoño, Griñán viene amagando con la necesidad de llevar las riendas del partido y de la Junta al unísono, algo que Chaves no logró en su día hasta dos años después de que desembarcara del ministerio de Trabajo para sustituir a José Rodríguez de la Borbolla. Claro que hay diferencias entre un escenario y otro: en aquel momento, guerristas y felipistas -borbollistas en Andalucía- jugaban a un aquelarre interno que no dejaba demasiado espacio para pactar el relevo en la presidencia andaluza y en la secretaría general del partido al mismo tiempo. Ahora no hay tal. ¿O sí? Hay quien quiere ver en todo esto una maniobra de José Luis Rodríguez Zapatero, empeñado en renovar sus feudos desde arriba y relevar a sus barones. De ahí que se llevara a Manuel Chaves a la discreta vicepresidencia tercera del Gobierno estatal, dándole paso a un candidato que quizá no fuera el de La Moncloa pero que ha terminado coincidiendo con su propio análisis y estrategia. Extraños compañeros de viaje a los que ahora parecen sumarse Gaspar Zarrías, flamante número 4 del PSOE federal y Mar Moreno, que quiso ser Califa en lugar del Califa y que, todo un récord, ha logrado no quemarse todavía al frente de la consejería de Educación.

A pesar de que no es un jovenzuelo, Griñán tiene el legítimo instinto freudiano de matar al padre político. Algo así como lo de Mariano Rajoy con José María Aznar, pero más de mesa camilla, de amigos que siguen teniéndose ley a pesar de las diferencias políticas ocasionales. Desde un primer momento, Luis Pizarro ligó su futuro al de Manuel Chaves. Sin embargo, en el tránsito que comenzó a tomar cuerpo hace un año, logró situarse como vicesecretario general del PSOE de Andalucía y como consejero de Gobernación. No resulta exagerado creer que Griñán se sintió demasiado tutelado por él y por un partido que no conoce demasiado por dentro y que no controla.

Los acontecimientos de las últimas semanas no sólo han precipitado la convocatoria del Congreso sino que quizá brindan algunas claves para que en su transcurso más valgan dos heridos que un muerto. En este proceso, hay dos noticias claves. De una parte, la rebelión de Francisco Toscano, presidente de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias, que sumó el rechazo socialista al de Izquierda Unida y Partido Popular, en dos leyes locales que paradójicamente promovió la Junta, de forma pionera, para intentar avanzar en el municipalismo. De haberse mantenido ese foco de tensión interna, quizá alimentado desde el exterior, Pizarro quizá hubiera sentido la tentación de morir matando. Sin embargo, como consejero de Gobernación, se le ha brindado una salida digna: esta misma semana, la Ejecutiva de la FAMP ratificaba por unanimidad el acta del encuentro anterior, celebrado en Antequera, en la que dicho órgano mostraba su insatisfacción con dichos anteproyectos que ahora deberán dirimirse en sede parlamentaria: «Insatisfacción no es lo mismo que rechazar», ha proclamado Pizarro como una bocanada de aire fresco.

Otro balón de oxígeno, ha sido el archivo de la querella del caso Matsa, que intentaba criminalizar a Manuel Chaves por haber favorecido supuestamente a la citada empresa, en la que trabaja su hija. No hubo delito alguno en el comportamiento del entonces presidente de la Junta de Andalucía, ha resuelto la Justicia frente a la demanda interpuesta por la organización ultraderechista Manos Limpias y las presiones políticas y mediáticas del ámbito conservador. Así las cosas, tampoco tiene Pizarro la necesidad de enrocarse como Errol Flinn en 'Murieron con las botas puestas', defendiendo a su amigo del ataque de los siux o del conocido grito: «Cuerpo a tierra, que vienen los míos». Todos los indicios apuntan a que, por la cuenta que les trae, los socialistas pactarán el resultado del congreso de marzo, para que no haya lugar a dudas de que se encuentran bien avenidos, aunque el barco de la economía se nos vaya a todos a pique. Como dejen algún fleco suelto y ahora vuelva a repetir los errores de aquel Suresnes de 1973 cuando Felipe González y el PSOE del interior tumbó a Rodolfo Llopis y al PSOE del exilio, podría sobrevenir un nuevo cisma. Y, para ello, los sociatas ya tienen bastante con Rosa Díez.