GADITANOS DE MORÓN
El actor Manuel Morón vuelve a dejar sello de su talento en plena orgía de tópicos prostituidos, irreconocibles y asfixiantes
Actualizado:Cuesta entender cómo algunos han extendido el burdo chascarrillo que convierte al cine español en nido de parásitos, rojeras incapaces de generar dinero e ineptos adictos a la subvención. Algunos ultraderechistas, de esos que aún abundan en oficinas, factorías y despachos de este país (muchos con menos de 40 años para espanto sociológico) han conseguido hacer creer, entre su limitado público, que «cine español» y «mierda» son sinónimos. Esta generalización, como todas, ayuda a definir pronto al necio que la hace suya pero, además, denota que ha visto y leído poquito cine (o lo que sea) en toda su vida. Cualquiera que haya invertido algunas horas en ver largometrajes anteriores a su pubertad, sin banderas ni géneros que limiten, o que se haya documentado levemente (no hace falta memorizar 'Cahiers du Cinema') sabe que el cine español siempre ha estado por encima de sus posibilidades demográficas, económicas e históricas. Si el talento puede medirse (cantidad de producciones, grandes premios, miles de espectadores.) cualquier recuento coloca al cine español entre los diez más brillantes del planeta. Es realmente difícil encontrar otra disciplina técnica o artística que, dentro de lo subjetivo de la medición, merezca tal consideración. Esta sorprendente brillantez (que no elimina la crítica a los narcóticos sistemas de subvención o a etapas ferozmente vulgares) sobrevivió incluso a 40 años de dictadura. Se manifestó antes, durante y después, en cualquier género, con firmas diversas. El que quiera, que se moleste en repasar apellidos de creadores e intérpretes o títulos.
Esta creencia se refuerza tras ver 'Celda 211', una intriga carcelaria capaz de atrapar a cualquier espectador en cualquier rincón del planeta y que, en plena etapa de carestía, reivindica al cine español en cualquier contexto. Sin novelerías, con limitaciones técnicas evidentes en las escenas, digamos, «de acción», asombra al que la vea, ya tuviera créditos en alemán, chino mandarín o todopoderoso inglés. De la interpretación de Luis Tosar o del trabajo de Daniel Monzón (ex periodista y ex crítico, también para tapar bocas a sopapos) ya se ha escrito mucho. Por añadir un detalle cateto (esto es prensa local), basta decir que la frase del protagonista sobre la playa de La Victoria puede suponer mayor respaldo promocional para la ciudad que todo el metraje de 'Knight&Day' junto.
Pero la cinta deja otro muro insalvable y carnal para los topiqueros que asedian esta isla. Entre sus espléndidos intérpretes está Manuel Morón. Este gaditano vuelve a grabar su imponente sello profesional en unos de los mejores títulos españoles de los últimos años (ya lo hizo, de 'El Bola' a 'Smoking Room', pasando por otra veintena de historias en cine y TV). Justo ahora, en tiempos en los que la ciudad saca a pasear todos sus manidos tópicos, sus manipuladas señas, su identidad secuestrada, reconforta más encontrarse con el brillante y exacto gris de 'Almansa'. Mientras profesionales (?), empresas e instituciones (presuntamente) locales prostituyen por interés económico su 'slow life', su cariz antillano, las coplas del Falla, la camiseta, el acento, la supuesta gracia, los símbolos cofrades y hasta la playa (rota, de vergüenza por la mitad) hay quién reivindica de otra forma, natural e involuntaria, eso de ser de Cádiz. Mientras los más incapaces tiran de topicazos para ridiculizar la ciudad o para fingir quererla por ambición, un actorazo como Morón recuerda que es posible ser de aquí y competir profesionalmente con los mejores. Sin exhibir públicamente un sentido del humor que, si lo hay, debe ser privado, sin tirar de colores y escudo, sin subvención, acusación de indolencia, cartilla del paro, «picha», ni chiste fácil. Sin renunciar a sus tradiciones (militó en ilegales y aún sigue ahí su sangre Guatifó). Sin complejos. Sin declararse artista, que ya lo hacen los demás. Capaz de empezar en la UCA, pasar de Carrusel a Corazza e ir hasta Madrid por Buenos Aires. Con talento, constancia y profesionalidad para transmitir parte de su sabiduría a Javier Bardem, Javier Albalá, Candela Peña y medio reparto de 'Camino'. Sin pregonarlo, sin que muchos paisanos le reconozcan (Google o Youtube, sin pudor) consigue que cualquier espectador nacido accidentalmente en esta tierra salga del cine tras verle y, antes de presenciar fragmentos de la retransmisión del Falla, quiera gritar: «Yo soy gaditano como Morón, no de los otros».