Barullo nuclear
Actualizado:El concurso para adjudicar el futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos atómicos, al que optan once municipios de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura y Cataluña, ha tenido por ahora un paradójico efecto: el de reactivar el debate en torno a los usos nucleare y la seguridad que requieren cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero se había inclinado por darle carpetazo con su declarada apuestas por la energía 'verde' y medidas como el cierre de la central de Garoña. No deja de ser llamativo que el factor que ha reanimado el debate sea no tanto la generación energética como el 'cementerio' al que irán a parar los desechos nucleares; que en las localidades candidatas al ATC se haya antepuesto la promesa de beneficios económicos a otras consideraciones; y que el poder local esté dispuesto a librar un pulso con sus partidos matrices y los rectores de las instituciones autonómicas. Las tiranteces evidencian que, sean cuales sean los intereses esgrimidos, el recurso a la producción atómica dista de constituir un asunto zanjado en un país tan dependiente energéticamente como España. Pero también que la falta de un pacto de Estado en la materia propicia divisiones tan inconvenientes para el bien común como las que han emergido estos días alrededor del ATC.