Un plan iraquí para Afganistán
La Conferencia de Londres adopta para estabilizar un Gobierno en Kabul una estrategia de captación de aliados entre los talibanes
LONDRES. Actualizado: GuardarLos mandos militares de la OTAN, que recibieron esta semana en la conferencia de Londres el respaldo de setenta países signatarios de una declaración que presenta el plan para una gran ofensiva militar con la guerrilla talibán y un calendario de reformas políticas que incluye la integración de talibanes en el sistema de Gobierno, confirmaron ayer la veracidad de un viejo aserto sobre la guerra.
De la obra de Helmuth von Moltke, que fue durante treinta años, en la segunda mitad del siglo XIX, jefe de Estado Mayor del Ejército prusiano, se recuerda el resumen de una de sus reflexiones: «Ningún plan de operaciones sobrevive al contacto con el enemigo». El ex jefe de Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, Colin Powell, la repitió en el final de siglo XX como demostración de su vigencia.
Veinticuatro horas después de la reunión de Londres, en la que se destacó como uno de los puntos importantes de la nueva estrategia afgana el compromiso del nuevo comandante de las tropas de la OTAN, el general americano Stanley McCrystal, de limitar al máximo las víctimas civiles en los ataques aliados a los talibanes; un malentendido ilustraba la dificultad de aplicar el plan al pie de la letra en el teatro de operaciones.
En el sudeste de la provincia de Wardak, vecina de Kabul, una patrulla mixta de tropas afganas y de la OTAN que regresaba a su base tras realizar una operación contra la guerrilla mató a cuatro soldados locales en un tiroteo cruzado provocado por un error recíproco de identificación. El Gobierno de Hamed Karzai ha prometido investigar el incidente y juzgar a los culpables.
El propio Karzai, en una entrevista con el semanario alemán 'Der Spiegel', mostraba su apoyo a la nueva estrategia y expresaba cierto rencor por su tardía adopción. El presidente afgano manifestaba tras la conferencia de Londres: «Si nuestros aliados hubiesen entendido esto hace ocho años, Afganistán estaría hoy mucho mejor, pero desgraciadamente algunos no nos escucharon. Si ahora cumplimos (con la nueva estrategia), tendremos éxito; si no, el fracaso es seguro».
Reconciliación
Los titulares de los medios se han concentrado tras la reunión en la capital británica en la posibilidad de una negociación con los talibanes para fomentar la reconciliación entre las facciones afganas, que podría reflejarse en la gran asamblea nacional planeada para la primavera por Karzai. Un alto funcionario de la ONU había filtrado a la prensa que los primeros encuentros de alto nivel ya se han celebrado.
El noruego Kai Edie, hasta ahora representante de la ONU en Afganistán, se habría entrevistado en Dubai, el día 8, con dirigentes talibanes, según los medios. Edie ha negado tal encuentro en esa fecha, aunque no que ocurriese en otra. Y los talibanes publicaron ayer un comunicado en el que niegan la cita y reiteran su intención de proseguir la guerra santa contra el invasor y el Gobierno de Karzai.
Las declaraciones a 'The Times' en vísperas de la conferencia de Londres del general David Petraeus, jefe del Comando Central de Estados Unidos con responsabilidad para un área que incluye Afganistán, permiten pensar que esos contactos con líderes talibanes son en este momento poco relevantes, porque su integración en la política no se ve como factible o prioritaria en la escala del plan estratégico para los próximos meses.
El despliegue de 37.500 tropas adicionales, que ya ha comenzado en el caso de las provincias más conflictivas -Helmand y Kandahar-, está inspirado en el que el propio Petraeus implementó en 2007 en Irak y que logró revertir la escalada del conflicto. El general norteamericano reconocía que el caso de Afganistán, aunque no tiene a día de hoy el mismo nivel de violencia que Irak en 2006, es más difícil y llevará más tiempo.
Captar aliados
El plan afgano emula al iraquí en su intento de combinar una saturación de fuerzas en áreas de importancia logística para los talibanes y la 'reintegración' de mandos intermedios de la guerrilla que no están comprometidos con los presupuestos ideológicos de la 'yihad'. Unidades de fuerzas especiales incrustadas en poblaciones civiles identificarían a los líderes locales susceptibles de captación para convertirlos en responsables comarcales de seguridad coordinados por el Ministerio del Interior en Kabul.
Petraeus reconoce que una cuestión fundamental para que el plan sea viable es invertir el sentimiento de avance de los talibanes, que se han cobrado en enero dos veces más muertes de tropas enemigas que el año pasado. La Isaf, las fuerzas de paz enviadas por la Alianza Atlántica, tiene la tarea de quebrar esa tendencia y crear áreas seguras donde la reintegración sea posible, mientras la guerrilla islamista oye que la presión política en los países aliados alienta la idea de un inicio de retirada en 2011.