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El nuevo Obama abraza el pragmatismo
Tras un año en la Casa Blanca, relega la reforma sanitaria y el cierre de Guantánamo para blindar su tirón La reducción del paro y el déficit público centran la renovada agenda del presidente
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarCambio de marcha sin renunciar a lo esencial de su programa. Un día después de reivindicar en el discurso del estado de la Unión su intención de no claudicar en los grandes proyectos que prometió al llegar a la Casa Blanca, Barack Obama inició en Tampa, Florida, una ofensiva política que busca darle un giro más pragmático a su administración. Allí certificó que la creación de empleo -hoy por hoy, lo que más preocupa a los estadounidenses- pasa a convertirse en la gran prioridad del nuevo curso. Más esfuerzos dirigidos a la economía pero concentrados en su eslabón más débil. Apenas unas horas más tarde llegaría la buena noticia del fuerte crecimiento del PIB en el último trimestre de 2009 en casi un 6%, dato que le ha venido como anillo al dedo al Gobierno, que no ha cesado de reivindicar el papel decisivo de las ayudas públicas en la salida de la recesión.
Pero además de la reordenación de las prioridades, dictadas en gran medida por la reciente derrota demócrata en Massachusetts, las líneas maestras de la nueva estrategia pasan por una nueva actitud destinada a minimizar el enfrentamiento entre los dos grandes partidos. Obama reconoce que sin ese ingrediente se complica la tarea de lograr avances en su ambiciosa agenda. En un gesto inusual que revela su deseo de atraerse el apoyo de los republicanos, el mandatario se presentó el viernes en una importante conferencia de legisladores de ese partido en Baltimore y les pidió su colaboración en asuntos como la reforma de salud, la creación de empleo o su plan de energía limpias. En los mismos términos utilizados en su discurso en el Congreso, los animó a iniciar un «debate constructivo» porque el ciudadano común está cansado de «las luchas partidistas y los bloqueos parlamentarios». Claro que el proceso de cortejo a la oposición implica también asumir algunas reivindicaciones de los conservadores, compromiso que Obama ha ejemplificado en propuestas de corte económico.
Una vez desplegado el gesto de cooperación, la Casa Blanca ha urgido a los legisladores demócratas a que afronten con rapidez el desarrollo de las medidas esbozadas por el presidente, para cuyo éxito es imprescindible cierta unidad de acción entre los dos grandes partidos. Si los republicanos persistieran en su tarea obstruccionista, el 'plan B' desvelado por el jefe de gabinete, Rahm Emmanuel, es pasar al ataque antes de las elecciones de noviembre y tratar de demostrar al país que la voluntad de cambio mostrada por la Administración Obama ha sido torpedeada desde la derecha.
Con la reforma sanitaria encallada en el Capitolio, Emmanuel ha sido el primero en dar pistas de cuál va ser el orden de prioridades para los demócratas. Primero viene la batería de medidas para estimular el empleo, reducir el déficit público y continuar con la tarea de regulatoria del sistema bancario. Una vez aprobadas todas estas iniciativas de corte económico se retomaría la reforma sanitaria, la principal apuesta legislativa del año pasado, que algunos, incluidos destacados miembros del partido, dan por muerta tal y como la aprobó el Senado. Al inquilino de la Casa Blanca no se le pasa por la cabeza rendirse en este asunto y buena parte de los esfuerzos de acercamiento a los republicanos están encaminados a alcanzar algún tipo de consenso para evitar que el texto acabe en la papelera.
Menos política exterior
Aunque faltan más de nueve meses para la celebración de las legislativas, el ambiente es de campaña, como lo demuestra el hecho de que Obama dedicara gran parte de los 80 minutos de su brillante discurso sobre el estado de la Unión a temas estrictamente domésticos. Asuntos prioritarios durante sus primeros doce meses de gobierno como el cierre de Guantánamo o la búsqueda de un nuevo marco negociador en Oriente Próximo ni se mencionaron, una muestra de las dificultades que rodean a ambos temas. Luego apenas unos flashes para referirse a los programas nucleares de Corea del Norte e Irán, con las consabidas advertencias a Teherán de que su falta de cooperación con la comunidad internacional traerá consecuencias «cada vez mayores». Sobre la guerra de Irak dio una de las mejores noticias a sus compatriotas al confirmar que «se acerca a su fin» y que todas las tropas de combate estarán de regreso en EE UU a finales del próximo agosto.
No tan optimista se mostró en torno a Afganistán. De ir muy bien las cosas, los militares podrán iniciar su marcha en julio de 2011. De cara a mejorar las complicadas relaciones con el Ejecutivo de Karzai habló de planes para recomponer «el buen gobierno», reducir la corrupción y apoyar los derechos del pueblo afgano.