Una mujer camina sobre los restos de lo que fue el mercado de Hyppolite, en Puerto Príncipe. :: REUTERS
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Dos capitales para Haití

Santo Domingo se convierte en cabeza de puente para canalizar la ayuda internacional a las víctimas

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República Dominicana y Haití son vecinos, pero viejas rencillas les habían impedido hasta ahora ser buenos amigos. La situación cambió al mismo tiempo que el terremoto del día 12 devastaba el país más pobre del continente americano. Desde el primer momento, el Gobierno de Leonel Fernández encabezó la ayuda y Santo Domingo se ha convertido en la segunda capital de Haití.

La República Dominicana lo mismo recibe pacientes de la otra mitad de La Española en sus hospitales que acoge a políticos, cooperantes, periodistas y funcionarios de organizaciones internacionales. Su papel a la hora de canalizar la ayuda ha sido tan decisivo desde el primer momento, que tanto la Unión Europea como el Ejecutivo de Puerto Príncipe elogiaron la actuación de Santo Domingo. Incluso, gracias a sus donaciones de sangre 2.000 heridos han salvado la vida.

El reconocimiento de la UE va acompañado de «financiación a República Dominicana». Los ministros europeos acordaron que los fondos para la reconstrucción de Haití integrarán también la contribución de los socios al desarrollo y, en especial, al grupo de países ACP (África, Caribe y Pacífico) y del Cariforum.

Con el aeropuerto de Puerto Príncipe operado por militares estadounidenses para vuelos de ayuda humanitaria y el puerto funcionando sólo con un muelle, el territorio dominicano se ha convertido en cabeza de puente para canalizar el auxilio y ofrecer alojamiento e infraestructuras para las reuniones relacionadas con la organización del apoyo internacional a Haití. Además, en abril será la sede de la Cumbre Mundial para la Reconstrucción de su vecino.

Algunos analistas consideran que el esfuerzo no es del todo altruista. Explican que a los dominicanos no les favorece un Haití colapsado. El terrible terremoto ha dejado 200.000 muertos, el 75 % de las viviendas de Puerto Príncipe destruidas y más de tres millones de damnificados.

Sin alimentos, vivienda ni trabajo, el recurso más socorrido es refugiarse en el interior del país, donde las perspectivas tampoco son esperanzadoras. Por ello, muchos se deciden a cruzar la frontera ilegalmente para buscar trabajo en territorio de la mitad oriental de la isla. Se calcula que un millón de indocumentados haitianos viven en República Dominicana.

Inmigrantes sin papeles

Si en el pasado las diferencias eran por la soberanía, actualmente el conflicto precisamente se centra en estos inmigrantes sin papeles. Un gremio de constructores dominicanos acaba de proponer que esta mano de obra más barata que la nacional sea repatriada para que reconstruyan su propio país tras el terremoto y dejen sus puestos a trabajadores dominicanos, a quienes la crisis mundial también ha golpeado.

Sin embargo, el Gabinete de Leonel Fernández continúa a la cabeza de los líderes que apoyan a los haitianos al haber establecido en su país una especie de plataforma lanzadera de la ayuda internacional. Su colega, René Preval, ve con buenos ojos que el mulato dominicano esté al frente de las operaciones. No en vano, la gestión de Fernández ha convertido a la parte hispanohablante de La Española en un paraíso turístico.