Piden 25 años de cárcel a la acusada de apuñalar a su marido en la ducha
Un jurado popular decidirá si la esposa es culpable de un delito de asesinato, cometido en 2008 en Sanlúcar
CÁDIZ. Actualizado: GuardarEl asesinato, tal como lo reconstruye el fiscal que lo investigó, parece sacado de la película 'Psicosis', de Alfred Hitchcock. Manuel decidió darse una ducha a las siete y media de la tarde, después de dormir la siesta en su casa de Sanlúcar: dejó el albornoz de cuadros azules en la percha, la ropa interior sobre el bidé y las zapatillas junto al retrete, y se metió en la bañera. Entonces, armada con un cuchillo de 14 centímetros y unas tijeras afiladas, su esposa Caridad abrió la mampara y lo cosió supuestamente a puñaladas, según la acusación del fiscal. Manuel, desnudo y sorprendido, intentaba impedirlo con los brazos como única defensa, mientras pedía socorro. «¡Ay, ay, Manolito!», fueron sus últimas palabras, intentando llamar inútilmente a su único hijo, que fue el primer sospechoso de la muerte. A esa hora, sin embargo, el joven estaba de compras en un centro comercial.
De aquel 9 de enero se han cumplido ya dos años y será ahora cuando se celebre el juicio contra la esposa de Manuel Gil Palacios. La mujer, de 50 años y vecina de Sanlúcar, se sentará este lunes en el banquillo ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz, aunque no serán los magistrados los que juzguen su culpabilidad, sino un jurado popular de nueve personas, que deberán juzgar las acusaciones del fiscal y la versión contraria de la mujer, que se declaró inocente y dijo que volvía de la calle cuando halló a su marido ya muerto en la ducha. El fiscal, efectivamente, reconoce que la mujer se marchó de la vivienda tras apuñalar supuestamente a Manuel: «Se dirigió al bar El Arquillo, donde compró pan caliente». Después, volvió a su domicilio, pero en el camino «se sintió indispuesta» y se mareó, por lo que requirió la ayuda de una vecina. Al llegar a su casa, entró en el baño y empezó a gritar. Un vecino la encontró con el cuchillo y las tijeras, sangrando y con cortes en una mano.
El abogado de la acusación particular intentará demostrar que Caridad cometió el asesinato, delito por el que solicita una pena de 25 años de cárcel. El fiscal, por su parte, se limita a pedir 20 años. Serán los magistrados de la Audiencia quienes estimen la pena más oportuna, en caso de que el jurado encuentre a la mujer culpable.
Autopsia sorprendente
El juicio será excepcionalmente largo, pues está señalado desde el 1 de febrero hasta el día 9, ya que ante el tribunal deberán declarar los vecinos y forenses, aunque los informes de estos fueron contradictorios a lo largo de la investigación: una primera autopsia indicó de manera sorprendente que la muerte de Manuel Gil había sido un suicidio.
Las heridas del cuerpo y el sentido común, indicaban todo lo contrario: el hombre sufrió más de cien lesiones causadas con las tijeras y el cuchillo, además de dos bocados en la cara. La mayoría de los cortes los tenía en las manos y los brazos de defenderse, pero 27 de las otras lesiones eran puñaladas. Tres de ellas afectaron al corazón y los pulmones, causándole la muerte a los diez minutos. A pesar del primer informe forense, la Policía Nacional abrió una investigación y detuvo a Caridad M. C., que ingresó en prisión preventiva por orden del juez de instrucción número 4 de Sanlúcar.
¿A qué se debía tal carnicería? Según el fiscal, el matrimonio de Caridad y Manuel hacía aguas de manera callada. Los vecinos dijeron en su momento que nunca oyeron una discusión, una pelea o un grito que les hiciera sospechar el trágico final. Pero al parecer, el estado depresivo y el supuesto alcoholismo de Manuel exasperaban a Caridad, que quería dejar a su marido.
El mismo día de la muerte, de hecho, la mujer tenía cita con un psicólogo de la Delegación de la Mujer del ayuntamiento sanluqueño para iniciar los trámites de divorcio. Sin embargo, a primera hora de la mañana, Cándida llamó para cancelar el encuentro. El fiscal no se aventura a indicar si ya en ese momento la mujer tenía previsto matar a su marido, como le acusa. Tampoco habla en su escrito de malos tratos, ni abusos, ni ningún tipo de agresiones por parte del marido, sin embargo, sí deja entrever que Caridad sufría problemas de estrés, ya que horas antes de la muerte, la esposa del fallecido salió a «pedirle a una vecina un medicamento para los nervios», indica en su escrito.