Sociedad

Una 'chiquillada' que destapa las miserias e insatisfacciones de dos parejas

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Una pelea entre niños en el colegio es el desencadenante de la cruel batalla que 'Un dios salvaje' coloca ante la retina del espectador. Cuatro adultos, dos parejas, se enfrentan en escena despojándose de las máscaras invisibles que cubren sus rostros. La aparente corrección, buenos modales y moral intachable que muestran los cuatro individuos al inicio de la obra -cuando las dos parejas deciden quedar en un parque para tratar el problema de sus vástagos- son sustituidas según avanza el libreto por una inusitada mezquindad, crueldad y creciente hipocresía.

Una comedia con tintes negros que se le atraganta al público en los últimos momentos de la representación. Cada matrimonio emprende una cruzada moral contra el otro, juzgando su forma de actuar y educar a sus hijos. Algunos, inhibidos en un primer momento, dejan aflorar su verdadera personalidad según se acalora la discusión.

Un reto interpretativo que Aitana Sánchez-Gijón, Maribel Verdú, Pere Ponce y Antonio Molero exprimen a conciencia mostrando, al mismo tiempo, una insólita sincronía en esta comedia coral enemiga de lo políticamente correcto.